Cada mañana, al despertar, alégrate sintiendo que gozas de un nuevo día para disfrutar de los bienes que Dios te ha concedido. Cuando eres bueno para otros, eres mejor para Dios. Agradece al Creador el precioso don de tu vida y la posibilidad de crecer y superarte cada día. Aprovecha toda oportunidad de servir y compartir amorosamente, mejorarás ostensiblemente tu calidad de vida.
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