A veces estamos tan unidos que no sé si lo que siento es tuyo o mío. Se confunden tu piel y la mía si el calor pertenece a mi mano o la tuya. Pero eres tú quien tiene el calor la piel de gallina no me la pone el frío, no. El mismo amor eriza mi piel Como se abre una flor al llegarle el Sol. Una nube y otra, por el viento se rozan, tus labios y los míos, por el amor del que gozan parecido al de una rosa el insecto que en ella se posa. Sus espinas espantan al que dolor la causa. No quiero verte, no quiero tocarte te querré así, mucho más que antes. Lo que esto provoca es placer y dolor a un tiempo mas cuando no está tu cuerpo el mío se siente (en un momento): Como un mar sin agua un mar sin sal, sin peces en el que nadar. Necesito tu calor como la Tierra necesita al Sol. No importa la estación no el frío, no el calor estar sin tí, es estar sin amor.
Así el placer me llega con tu compañía tu me abrazas y me proteges como si fuera tu niña. Yo no se qué haría sin tí algún día, moriría y lloverían lágrimas de mis ojos que recorrerían mi rostro hasta encontrar mi boca que una vez fué besada por una blanda roca. Eso no existe, y yo lo sé pero algo como tú real, tampoco es.
Nunca otros labios tocarán tu piel como lo hicieron una vez trocitos de mi ser.
Si algún día yo muero de nada servirá para separar lo que yo siento. Y sentiré al andar este camino tan largo, que se hará corto al pasar si mientras yo ando consigo de tu mano mi mano abrazar. Si mientras un paso doy, un pie sigue al otro, será, para llegar al final, donde tú me esperas donde yo quiero llegar. Y sólo eso me hará seguir caminando, tu espera demuestra que no estoy soñando. Cuando tus brazos arropen mi cuerpo sonreiré, porque así sabré que a tí llegué y conseguí, de una vez, lo que jamás soñé.