REFLEXIÓN: UNA NUEVA LUZ
Los Markovitz era una de las pocas familias judías que vivían en
un apacible suburbio de Pensilvania cuyas calles se llenaban de luces navideñas en Diciembre. Ellos, en cambio, colocaban una menorá (candelabro de nueve brazos) encendida en una ventana de su casa, como recordatorio de que también era el inicio de la Hanuka, una de sus principales fiestas religiosas.
Un día, a eso de las cinco de la mañana, Judith Markovitz se despertó al oír un fuerte ruido. Habían roto la ventana y robado la menorá.
Para los Markovitz fue una agresión que removió viejas heridas, ya que los padres de Judith habían estado recluídos en un campo de concentración nazi.
Luego de recuperarse emocionalmente, repararon la ventana y salieron a visitar al hermano de Judith, sin saber que sus vecinos iban a reparar algo más.
Por la noche, cuando regresaron a su casa, un extraordinario espectáculo los sorprendió al doblar la calle: casi todas las casas de la manzana estaban adornadas con una menorá resplandeciente. Hoy todavía recuerdan aquellas ventanas iluminadas como una señal de compasión y solidaridad. Fue como si todos los vecinos dijeran: "Si vuelven a romper las ventanas de ellos, también tendrán que romper las nuestras."
Compasión y solidaridad son dos joyas que hoy necesitamos recuperar.
Reír con el que ríe y llorar con el que llora. Que nunca demos la espalda al que sufre,porque más tarde o más temprano se nos pagará con la misma moneda.
Job 19, 21:
"¡Oh mis amigos, tened compasión de mi, porque la mano de Dios me ha tocado!"
Mateo 9, 36:
"Y viendo las gentes, tuvo compasión de ellas; porque estaban derramadas y esparcidas como ovejas que no tienen pastor."
creacion consuelo
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