A Pesar De Los Intentos Evangelizadores
A pesar de los intentos evangelizadores,
las antiguas creencias no desaparecieron abruptamente.
Entre los celtas, el poderoso simbolismo de las hadas,
los elfos y las almas vagabundas estaba muy arraigado
y Sanhaim seguía siendo la festividad más importante.
En el siglo XII, el catolicismo introduce en Europa
la figura del diablo, el maligno, la contrapartida de Dios (7).
Al mismo tiempo, declara a toda práctica religiosa no cristiana
como demoníaca y a sus seguidores como adoradores de Satanás.
Los celtas no escaparon a esta etiqueta:
los Druidas, sus religiosos,
fueron considerados agentes del mal y su culto se consideró
"brujería".
Es en este momento cuando aparece por primera vez el término,
ya que el sistema de creencias celta no incluía deidades
del mal y las fuerzas sobrenaturales podían considerarse
más o menos peligrosas aunque no malignas o demoníacas.
Las brujas y hechiceros constituyeron entonces la oposición religiosa.
Fueron perseguidos y debieron ocultarse
debido a su supuesta alianza con Satanás.
La religión celta no incluía sacrificios humanos.
Irónicamente, muchos de sus seguidores murieron en la hoguera.
Los ritos celtas se vincularon con Satanás y los inquisidores catalogaron a Sanhaim de
"Día de Brujas".
De hecho, durante mucho tiempo las "brujas"
europeas celebraron el 31 de octubre como una de
sus cuatro principales festividades anuales.
Durante la Edad Media, los cristianos creían que cada bruja
poseía un demonio personal enviado por Satanás
para otorgarle sus poderes.
Este demonio personal se llamaba familiar.
Los familiares, que vivían con sus brujas,
solían adoptar la forma de un animal doméstico,
por lo general un gato negro.
De La Red