Los milagros más profundos que encontramos a diario son el amanecer y el atardecer.
Durante el amanecer, la oscuridad se transforma en luz.
Durante el atardecer, la luz se transforma en oscuridad.
Las puertas del cielo están abiertas en esos momentos en que prevalece el crepúsculo.
Cielo significa el mundo de la luz sin sombra.
Se conoce poco de su importancia, incluso para los supuestos discípulos.
Muchos aspiran a entrar en el mundo sutil de la Luz.
Su aspiración los llevará al mundo de la Luz a través de las técnicas correctas y sus sintonías correspondientes.
Se ha de hacer un esfuerzo para observar cómo la oscuridad se convierte en luz y cómo la luz se convierte en oscuridad.
Una observación aguda es útil. Sean testigos de esta transformación de la oscuridad en luz y de la luz en oscuridad.
Presencian el drama dentro de ustedes mismos.
Presencian el aumento de luz y la disminución de la oscuridad y viceversa.
Al mantenerse observando el juego de la luz y la oscuridad en uno mismo,
se revela una verdad: que no eres la oscuridad y que tampoco eres luz.
Tú permaneces más allá como un observador del juego de la luz y del juego de la oscuridad.
Cuando se reconoce esta realidad,
permaneces en el campo de la Luz que no tiene sombra y que está más allá de la oscuridad.