Un manto violeta
es la noche,
una sábana que alguien
ha clavado sobre
este cielo
como la hoja azul, estrellada,
que se acostumbra pegar
tras
el pesebre.
Pero la luna esta noche
ha dicho basta,
cansada de
estar colgando
como un farol chino
de papel translúcido y luminoso.
Ha
hecho su equipaje
(un velo de cristal
transparente como el mar,
que
encierra un centenar
de sus estrellas favoritas)
y derramando sus
últimas
lágrimas de lluvia
(¿Por qué nos sentimos siempre
culpables
cuando lo único que hacemos es
darnos cuenta que
no tenemos
la capacidad de amar
ni de vivir sin ser amados?)
ha dejado el índigo
escenario.
S.Faravetto
|