DÍA Y NOCHE
Se libran infatigables batallas en el cielo Que dejan huella en la memoria de los tiempos Y en medio del fragor de una lucha intensa el ocaso es una bandera tremulante que grita una tregua de paz donde finamente, la tarde se deja vencer, en elegante retirada con hálitos de luz que rubrican de arreboles la agonía del día que se aleja. Entonces, a lo lejos, seguida por su séquito de estrellas, aparece la luna, señora de la noche, pálida y grave, recoge su velo con efusión de movimientos de menguante a creciente ella oculta su cara entre el chiffon de una nube para que no hiera su albor la cola de un cometa que ondea en el campo infinito de la penumbra. Con la complicidad de las horas, la aurora como ave fénix despliega sus alas de niebla y cierra amorosa los ojos de un rezagado lucero, para que sus sueños dormiten en el misterio impenetrable de lejanas galaxias. ALBA