Un gran amor, un gran amor lejano
es algo así como la enredadera que no quisiera florecer en vano y sigue floreciendo aunque no quiera.
Un gran amor se nos acaba un día y es tristemente igual a un pozo seco, pues ya no tiene el agua que tenía pero le queda todavía el eco.
Y, en ese gran amor, aquel que ama compartirá el destino de la hoguera, que lo consume todo con su llama porque no sabe arder de otra manera.
José Ángel Buesa
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