Cuenta la historia que hace mucho tiempo,
vivía una mujer muy hermosa,
llamada Melisa.
Desde muy joven Melisa había sido muy celosa.
Melisa creció y se casó con un hombre muy bueno,
que era incapaz de herir a nadie.
Poco tiempo después tuvieron un hermoso hijo.
Pero en su pueblo, que está en la región de Los Llanos,
había un hombre de mala fe,
mentiroso y mujeriego que se enloquecía por ella.
Este la espiaba cada día
mientras ella nadaba desnuda en el río,
hasta que ella un día lo descubrió.
"¿Qué haces aquí espiándome?
Aunque de ti me lo podía esperar" le dijo Melisa.
A lo que este contestó:
"No estoy espiando, yo vine a advertirte, mujer,
que tu hombre te esta cambiando por otra,
tu marido te esta traicionando con tu propia madre".
Una historia que era totalmente incierta.
Al oír esto melisa palideció
y salió corriendo hacia su casa.
Al llegar allí encontró a su esposo,
pero estaba llena de celos.
Melisa le prendió fuego a su propia casa
en la cual se encontraba su esposo y su bebé de 9 meses.
Desde lejos se podían escuchaban
los llantos del bebé y los gritos del esposo
pero para cuando llegaron los vecinos
ya era demasiado tarde.
Mientras los vecinos se lamentaban,
Melisa ya había llegado a casa de su mamá,
a la cual le contó lo que había hecho y porque lo hizo.
La madre estaba horrorizada,
le dijo que ella no la había traicionado.
Pero su hija no la creyó,
por los celos y la madre huyó hacia el patio,
pero no pudo escapar
y Melisa la atacó con un machete,
dándole tres cuchillazos en el vientre,
ésta antes de morir la madre la maldijo:
"Jamás te mentí,
y tu cometiste el peor pecado,
matar, pero yo te condeno sayona".
Desde entonces, se cuenta en el pueblo,
que a los hombres mujeriegos
se les aparece una hermosa mujer,
quien les pide que le enciendan un cigarro.