Acaecía la tarde en el eterno crepúsculo
sobre su tumba lloraba su rostro oculto
recogió sus penas y se fue en un murmullo
mas no sabia la bella dama que su amado
era presa de un don malvado
la noche se apodero de sus lamentos
solo apagados por su inmenso dolor
mas diose cuenta que sola no estaba
su amado la envolvió en un abrazo
y ella creyó morir del sobresalto
besos fríos por su garganta
colmillos que desgarran sus entrañas
muerte que susurra oscuridad
mas ella lo llama por su nombre
implorando su inútil piedad
y el vampiro sediento se revuelve en su goce
al escuchar su voz angelical
sus ojos turbios de sangre reconocen su mirar
tibias lagrimas ruedan por su rostro al adivinar
que casi roba la vida a su amada
por esta cruel ponzoña que recorre su alma
quiere morir entre sus brazos
mas ella acaricia su tierna mirada
y bebe de su sangre envenenada
sellando su destino de amor
siendo eternos para amarse
siendo amantes del dolor.