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EL REFUGIO DE ROXANA TANA
 
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*:·.★* LUGARES DEL MUNDO: SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA TENERIFE
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Rispondi  Messaggio 1 di 2 di questo argomento 
Da: thaulu  (Messaggio originale) Inviato: 27/10/2009 14:05
En mi estancia de vivir en Canarias, España, me encantó ir a SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA, que se encuentra en la Isla de TENERIFE, y lean y vean porqué:
 

Los testimonios del ayer y del hoy siguen muy vigentes en La Laguna, ciudad que se abre al futuro hermosamente agarrada al pasado. El poder de la tradición oral es tal que muchas de sus calles continúan llamándose como en la antigüedad, por mucho que su nombre fuera cambiado hace décadas. Si algún visitante pregunta a un lagunero por la calle del Obispo Rey Redondo o la Dean Palahí puede encontrar por respuesta una cara arrugada de desconocimiento: ambas son popularmente conocidas como la Calle de la Carrera y la de la Caza. Tal es su raigambre que ambos nombres conviven en las placas con su nueva denominación. Todo ello aunque ni los más viejos recuerden las carreras de caballos urbanas ni a la venta de perdices y conejos en plena calle.

Para disfrutar plenamente de este paseo debemos adentrarnos en la ciudad al caer la tarde. Aunque perdamos parte del frenesí de sus calles, el ambiente es perfecto para adentrarnos en sus recovecos más míticos. La ciudad fue fundada en 1497 y sus orígenes están íntimamente ligados a la figura de Alonso Fernández de Lugo, el primer Adelantado, conquistador de La Palma y de Tenerife. A Fernández de Lugo le costó tres años arrebatarle la isla del Teide a sus aborígenes, los guanches. En 1494, su primera acometida acabó siendo conocida como La Matanza de Acentejo. Los guanches, capitaneados por el Mencey de Taoro, Bencomo, aniquilaron a los 2.000 soldados castellanos y el propio Fernández de Lugo salvó la vida por los pelos. Obstinado como era, y con el apoyo permanente de los Reyes Católicos, el Adelantado volvió a la carga y conquistó a la isla en 1495, siendo de vital importancia la Batalla de Aguere, topónimo guanche con el que se denominaba a La Laguna.

Donde ahora se encuentra la Cruz de Piedra, De Lugo dejo herida de muerte a la resistencia guanche, y no muy lejos de allí edificó su primera vivienda. Fue en 1497, en los aledaños de la iglesia de La Concepción, dando lugar a la conocida como la Villa de Arriba. Los primeros pobladores construyeron sus viviendas a su alrededor, todas ellas con materiales poco duraderos. La situación urbanística cambió con la repentina mudanza del Adelantado a la parte baja de la ciudad en 1503. Surgió así la Villa de Abajo y la Plaza del Adelantado, donde comenzamos nuestro recorrido.

La primera ciudad no fortificada

Desde la Plaza del Adelantado se pueden observar el Ayuntamiento o el Palacio de Nava, así como el convento de Santa Catalina de Siena. Es el lugar perfecto para explicar por qué La Laguna fue designada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. La planificación de la ciudad, con forma de cuadrícula o damero de forma que puede ser leída como un mapa estelar fue una de las razones que le propiciaron tan codiciada distinción. La Laguna fue trazada siguiendo los principios filosóficos de la época, siendo el ingeniero genovés Leonardo Torriani una de las claves en su elaboración. Entre unos y otros, acabaron creando el arquetipo de ciudad-territorio, la primera ciudad colonial no fortificada que se convertiría en el ejemplo para las nuevas metrópolis que se crearon en la colonización de Hispanoamérica.

Cuentan que el Adelantado rompió la estructura rectilínea de la ciudad para no ver a la familia que mató a su hijo.

Puestos en camino por la calle de la Carrera, se debe hacer una parada para ver el Ayuntamiento con su fachada de cantería azul, por la casa de Corregidor o por la Alhondiga. Precisamente, esta calle, es la única torcida del mapa-damero. Cuentan los más viejos del lugar (y desmienten las crónicas históricas) que la verdadera causa de la fulminante mudanza del Adelantado fue el asesinato de su hijo en una trifulca vecinal. Por eso la calle presenta una inexplicable curva: Fernández de Lugo no quería ver desde su nueva casa el hogar de la familia que mató a su hijo. Paradójicamente, sus hijos lo acabarían matando a él para heredar el título de Adelantado.

Tras su muerte, la plaza continúo siendo el centro neurálgico de la ciudad. En ella se celebraban todos los actos públicos de calado, caso de las procesiones, las fiestas... o las ejecuciones. Por eso dice romántica leyenda que uno de los nobles que vivía tras la ecléctica fachada del Palacio de Nava se enamoró de una novicia del convento colindante. Día tras día, el intercambio de miradas entre ambos tortolitos fue a más, hasta el punto que planearon embarcarse para escapar juntos de la isla. Para no levantar sospechas, él acudió al puerto vestido de mujer. Mas la treta que no funcionó. Los dos enamorados fueron descubiertos. La novicia fue enclaustrada de por vida en el convento, donde pasó una buena temporada recluida tras el precioso balcón con celosía. Eso sí, tenía vistas al exterior. Exactamente a la plaza, donde la cabeza de su amado, ajusticiado por su perfidia, permaneció clavada en una pica durante días y días.

El fantasma de Catalina

La leyenda del Palacio Lercaro, situado en la calle de San Agustín, 22, es quizá la más famosa de toda la ciudad. Distintas fuentes mencionan que en el siglo XVI la joven y bella Catalina, hija predilecta de Antonio Lercaro, fue obligada a casarse con un adinerado hombre de avanzada al que ella repudiaba. Su aversión era tal que, el día de la boda, cuando ya lucía sobre su cuerpo el traje blanco, Catalina decidió que no deseaba la vida que se le presentaba. Por eso se suicidó tirándose al pozo situado cerca de la cocina, en la parte trasera de la vivienda. El suceso conmocionó a la familia, que ni siquiera pudo inhumar a su hija en un cementerio. El Obispado, con sede en La Laguna, se opuso a concederle cristiana sepultura, por lo que los Lercaro tomaron la solemne decisión de tapiar el pozo y enterrar a la joven en las dependencias de la casa para, poco después, abandonar la ciudad rumbo a la Orotava

En el Palacio Lercaro, mucha gente ha tenido la sensación de ser observada por alguien que desaparecía si se le miraba.

Ahora dicen que el fantasma de Catalina se pasea por el palacio, actual sede del Museo de Historia de Tenerife. No sólo ha sido vista por algunos de los visitantes. Muchos empleados han relatado una y otra vez la sensación de que alguien les mira para desaparece en cuanto giran la cabeza a ver quién está ahí. Otros señalan que ven pasar rápidamente una figura vestida de blanco, que hay objetos que se mueven de sitio o que oyen pasos en los pisos superiores, siempre a horas en las que no debería haber nadie en las dependencias. Al parecer, Catalina tiene especial predilección por los empleados recién llegados, como si no le gustara estar rodeada de mucha gente, y menos, de desconocidos.

Pero no es el único caso localizado en la calle de San Agustín, antigua Calle Real. A pocos metros del palacio, en el número 16, se encuentra la Casa Montañés, un bonito ejemplo de vivienda típica lagunera del siglo XVIII. Actualmente, es la sede del Consejo Consultivo del Gobierno de Canarias. Y una fuente de dimisiones. Se cuenta que cerca de una cuarentena de vigilantes de seguridad han abandonado su trabajo nocturno en los últimos años. Las causas son varias, pero cortadas por el mismo patrón: dos figuras espectrales que se reflejan en los espejos; los chillidos de un anciano que exigen a los trabajadores que se marchen y el retrato de Matías Rodríguez Carta, que cuando se le mira fijamente, abre los ojos. Qué decir que estos incidentes han colmado la paciencia de más de uno y de dos vigilantes.

Pero estas son sólo algunas de las leyendas que circulan por las empedradas calles del casco histórico lagunero. Claramente, no son las únicas. Es más, si abandonamos el centro de Aguere podríamos hablar de aquel potentado vecino de La Punta del Hidalgo que sólo abandonaba su mansión por las noches con el fin de disfrutar de sus extrañas aficiones. O de la cacareada Casa del Ahorcado, aquella que maldice a quien mire en su interior y vea la sombra oscilante de ese hombre muerto (¿o asesinado?) hace años. Todo ello por no hablar de las brumosas desventuras acaecidas entre la laurisilva del Monte de Las Mercedes, donde macabras narraciones se arriman a alguien muy real, el asesino Dámaso Rodríguez, El Brujo. Mas parafraseando a un personaje de Billy Wilder, «esas son otras historias».



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Rispondi  Messaggio 2 di 2 di questo argomento 
Da: __Canela__ Inviato: 02/11/2009 15:14
Que tierra tan bonita, gracias por enseñarnos algo más de ella.
Amiga, eres un cielo.


 
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