"Ansiedad: una alteración psicológica muy común"
Nuestro organismo a veces reacciona haciéndonos sentir especialmente nerviosos, en especial si nos enfrentamos a situaciones desconocidas o peligrosas. Es totalmente normal padecer ansiedad en algún momento y tener miedo, ya que forma parte de nuestra vida diaria. Sin embargo, esto puede traducirse en un problema si la persona presenta sentimientos angustiosos permanentemente. En el caso de que los trastornos sean continuos y produzcan obsesiones, debemos recurrir a la psicología para corregirlos.
El miedo se diferencia de la angustia porque el primero es una reacción normal frente a algún peligro evidente, mientras que la segunda es un sentimiento que aparece sin ningún motivo justificado. Cuando no podemos controlar nuestros actos y nos sentimos ansiosos ante una situación que no reviste gravedad, aparecen los problemas. Los síntomas varían mucho dependiendo de la persona, pero pueden ser especialmente peligrosos para aquellos que sufren otras enfermedades relacionadas con el estado emocional como la depresión.
Más que un simple miedo
Todos sabemos lo que es sentirnos un poco nerviosos cuando tenemos que hacer algo importante o nos enfrentamos a alguna situación inesperada, pero la ansiedad se convierte en un problema cuando interfiere en la calidad de vida de la persona. Vanesa Fernández, especialista y miembro de la Asociación Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, una sociedad sin ánimo de lucro destinada al ámbito universitario, profesional y a la formación de los especialistas, además de ofrecer orientación psicológica a la población en general, advierte que “cualquier tipo de miedo o fobia que se manifieste con una intensidad y frecuencia anormal ha de ser tenido en cuenta como un posible trastorno”.
Esta alteración psicológica se manifiesta mediante la aparición de crisis, denominadas 'de ansiedad' o 'de pánico', que se caracterizan por presentar un estado de miedo intenso, que incluye la sensación de que se corre un peligro mortal. Normalmente, estas crisis están acompañadas de malestar corporal, con síntomas muy similares a los que se padecen tras algún susto o amenaza fuerte. Además, hay que añadir que, en la mayoría de los casos, este miedo es infundado, pero provoca que el organismo haga funcionar los mecanismos de alarma ante situaciones peligrosas.
Unos síntomas muy diversos
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran las palpitaciones o sacudidas del corazón o la rapidez de la frecuencia cardiaca, los temblores, la sudoración excesiva, la sensación de ahogo o de falta de aire suficiente. También la presión sobre el pecho, las náuseas o molestias abdominales o el mareo y los desmayos son otras de las consecuencias que ocasionan estas alteraciones. Por otro lado, cabe destacar que la persona afectada tiene la sensación de que el mundo que le rodea es irreal de algún modo o de que ha cambiado. Asimismo, se dan una serie de miedos: a la muerte, a perder el control, etc.
Según los expertos en el tema, estas crisis se presentan como un episodio puntual de temor que se inicia de forma inesperada y brusca y que dura unos minutos, alcanzando su máxima intensidad tras pocos segundos de haber comenzado. El hecho de que quien sufre una de estas crisis tema intensamente morir o volverse loco, hace que tiendan a huir del lugar o de la situación en la que se encuentren para buscar ayuda. Sin embargo, lo normal es que, cuando lleguen al médico, los síntomas hayan desaparecido.