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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Roxana Tana  (Mensaje original) Enviado: 14/12/2009 22:52

 

 
 Érase una vez una bonita casa en el campo. En ella, dos niños vivían con sus padres junto a su canario Bartolo. Alguien más viviría con ellos, un ratoncito pequeñito se había acomodado en un agujerito de una de las paredes y una bonita casa se había fabricado.

Los dos niños querían mucho a su canario, y todo tipo de cuidados le eran otorgados. Mucha
comida y mucho agua, y todo tipo de regalos, hasta que una lujosa jaula le habían proporcionado.

El ratoncito Florentino sentía envidia de la vida del canario, todos lo adoraban y a él lo perseguían a diario. A duras penas lograba esconderse en su refugio, mientras que el canario cantaba felizmente.
Un día todos los miembros de la familia al campo se marcharon, y el ratoncito y el canario en casa se quedaron
- Siempre cantando. ¡Qué me gustaría ser canario! tan feliz todo el día- le decía el ratoncito al canario
- ¿Eso crees? Mi mayor sueño es ser libre como lo eres tú, cada día veo como corres por la casa de un lugar a otro y yo sigo siempre aquí, sin poder ver el mundo

- ¿Por qué cantas entonces?
- Esta es mi vida y en ella he aprendido a ser feliz
- Pero no eres tan feliz entonces
- Sí, lo soy, pero me gustaría ser libre como lo eres tú
- A mí me gustaría ser tú, no te falta el agua ni la comida, tienes todo tipo de comodidades
 Así estaban los dos animalitos, deseando estar en el lugar del otro, sus vidas no les gustaba, pero los niños con sus padres regresaron a casa, y el canario seguiría en su jaula y el ratoncito en su madriguera.
Cada día el canario recibía todo tipo de alimentos y elogios, su canto animaba a todos los habitantes de la casa.
El ratoncito Florentino veía desde su madriguera cómo a su amigo Bartolo le daban todo tipo de comodidades y él deseaba todo aquello que él no poseía.

Un día, el ratoncito Florentino se armó de valor y se dijo a sí mismo
- Hoy empieza un nuevo día, voy a tener las comodidades de Bartolo, cueste lo que cueste
Cada minuto de su vida la pasó el ratoncito Florentino trabajando por ese sueño, todo tipo de objetos recogía de la casa, una bonita tela le serviría de cortinas, un trozo de madera convertiría en puerta, en una mesa y varias sillas, varios utensilios serían sus cubiertos, y mucha agua y comida robaba a diario de la cocina.
- Te van a pillar Florentino, ten cuidado, no necesitas tanto y tu vida arriesgas todos los días- le decía su amigo el canario desde su jaula
- Eso es porque me tienes envidia, no quieres que viva como tú, con todo tipo de comodidades
Así cada día, el ratoncito Florentino su vida en peligro ponía y las palabras de su amigo nunca oía. Todo tipo de objetos y comida cada día cogía y al llegar la noche tan cansado estaba que ni hambre tenía, no disfrutaba de nada de lo que tenía y al llegar el día nuevamente en marcha se ponía. Su bonita madriguera llena de todo tipo de artilugios tenía, muchos de ellos no sabía para qué servían, pero a pesar de todo allí los ponía, pues una madriguera de gran comodidad nada le puede faltar.

Los dueños de la casa escamados los tenía, en el vestido de la abuela un agujero aparecía, el dedal, los juguetes de los niños, la casa de muñeca con sus mesas y sillas, hasta una puerta no estaba donde debería. Lo mismo les ocurría con la bebida y la comida, la marca de unos dientecitos en ellos se veía.
 Tan escamados estaban que una solución buscaban. Uno de guardia siempre estaría hasta que al ladrón tuvieran entre sus garras.

 El canario Bartolo sabía que sus dueños algo tramaban y a su amigo el ratoncito le avisaría. A la mañana siguiente Florentino se disponía a salir
- No salgas esta mañana, los dueños de la casa algo traman, confórmate con lo que ya tienes
Pero el ratoncito Florentino caso no le hacía
- Solo me envidias porque soy libre y ahora tengo tanto como tú
Así que con oídos sordos, el ratoncito Florentino siguió con su labor de acumular y acumular, pero no iría muy lejos ese día pues uno de los niños al acecho permanecía y en sus garras pronto lo tendría. El ratoncito gritaba y gritaba- soltadme, soltadme, no volveré a quitaros nada más- pero nadie le entendía.

El niño llamó a todos que pronto a su alrededor estarían
- Era un ratoncito de campo ¿qué hacemos con él?- a su madre el niño le decía
- Lo quiero fuera de esta casa, mucho daño ya hacía
- No volveré a hacerlo nunca más, de verdad, yo nunca miento- pero al ratoncito nadie entendía, solo ruiditos de su hocico procedían
El canario Bartolo mucha pena sentía pues su amigo en apuros se veía. Abrió la puerta de su jaula con el pico, y cantando y revoloteando a los humanos distraía.

El ratoncito Florentino de las manos del niño se escurría y con mucha prisa corría, pero pronto fue de nuevo capturado y su vida en peligro sentía
- De nuevo te tenemos- el padre en su mano nuevamente capturado lo tenía
- Ya es hora de que te marches ladronzuelo- le decía la madre al ratoncito que muy enfadada la tenía
Pero su niño pequeño consuelo no sentía
- Mamá, mi canario, se ha ido, yo quiero a mi canario, qué vuelva- el niño con mucha pena lloraba y lloraba y su madre no sabía como calmarlo podría
Desde las manos de su esposo el ratoncito de campo con sus ojitos la miraba y parecía que el perdón este le pedía
- Nunca más volveré a hacerlo- el ratoncito le decía
- No llores más, hijo mío- la mamá a su pequeño le decía- Bartolo se ha ido pero en su lugar a este ratoncito colocaremos
Así ocurrió que el canario, que en su jaula toda su vida había estado, libre ahora se veía, y el ratoncito que tanto había anhelado vivir como el canario su lugar ocuparía.

A partir de ese momento, todos los elogios, comodidades, comida y agua que el canario recibía para el ratoncito Florentino serían, pero pronto cuenta se daría que perder su libertad ni por todas las comodidades del mundo la pena merecían. Él había deseado la vida de su amiguito y tanto cuanto él tenía, y ahora que todo eso poseía nada de aquello feliz le hacía.
- Bartolo ¿dónde estarás ahora? Cuánto echo de menos tu melodía de cada día, tu alegría y tus consejos
- Pues aquí me tienes- de la ventana aparecía de repente su amigo el canario Bartolo y con alegría el ratoncito le recibía
- Qué alegría volver a verte, cuánto de menos te he echado y cuanto siento no haberte escuchado, si lo hubiera hecho no estaría aquí encerrado
- Pero eso era lo que tú querías, mucha comida y mucho agua, todo tipo de comodidades en una jaula con grandes lujos
- Eso es lo que yo creía, pero cuando a mis manos ha llegado, he comprendido que nada de esto yo deseo. Yo pensaba que tu vida era mejor que la mía y en tu lugar yo deseaba estar, ahora me doy cuenta que en toda las vidas existen dificultades y alegrías y ser felices es el objeto más deseado, y no los objetos materiales. Pero hay algo que no comprendo, si podías escapar antes de esta jaula, ¿por qué nunca lo hiciste?

- Porque tenía un bien muy preciado
- ¿Las comodidades de tu jaula?
- No, no son ni la comida ni el agua, ni los columpios de mi jaula, eres tú, mi mejor amigo, cuando vi que tu vida peligro corría no lo dudé ni un instante que a tu rescate acudiría, con mi pico la jaula abriría y a los humanos distraería
- Eres el mejor amigo que nunca podré tener jamás, siempre a mi lado estabas y yo con envidia te miraba, no veía al amigo solo sus pertenencias, y ahora tengo las pertenencias y he perdido al amigo
- Al amigo no lo has perdido pues cada día vendré a verte y si lo deseas de tu jaula puedo liberarte pues con mi piquito puedo soltarte

- ¿Harías eso por mí? Después de cómo me he comportado contigo
- Todo aquello es historia ahora, lo importante es que lo has comprendido y libre nuevamente puedes verte, si así lo deseas, pues todo esto que ahora tienes en tu jaula deberás dejar
- Por supuesto, abre la puerta amigo, nadie puede comprar mi libertad
Dicho esto, el canario Bartolo muy contento, con su piquito la puerta de la jaula abriría para su amigo el ratoncito Florentino, que con sus patitas veloces pronto de allí escaparía.
El canario Bartolo y el ratoncito Florentino de allí al campo se irían, donde vivieron largos años muy contentos y su amistad siempre perduraría.



 
 
 
 
 

 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Roxana Tana Enviado: 14/12/2009 22:56

Arbolito Navideño

 

 

Muchas personas con ilusión colocamos el arbolito navideño, pero sabemos que significa el árbol? Que representan sus adornos?
El pino, por no perder su follaje en invierno, era desde milenios un símbolo de la vida.

Dice la leyenda que Winfred, monje misionero inglés, derribó en el siglo VIII, en lo que ahora es Alemania, un roble bajo cuya sombra los nativos practicaban sacrificios humanos.

Cuando después nació en el mismo sitio un pino, Winfred lo adoptó, ya no sólo como símbolo de la vida, sino también como símbolo del Cristianismo.--- Lutero parece haber sido el primero que le puso velas al árbol. Actualmente luces.

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El arbolito navideño es una tradición religiosa, les dejo el significado de los elementos que lo conforman:

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 Estrella: colocada generalmente en la punta del árbol, representa la fe que debe guiar la vida, recordando a la estrella de Belén.

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 Bolas o esferas: que simbolizan las oraciones a Dios que hacemos en tiempo de adviento. Por su color significado:

 Las azules: son de arrepentimiento

 Las plateadas de agradecimiento

 Las doradas de alabanza

 Las rojas de petición.


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 Lazos o moños: Siempre se ha pensado que los lazos representan la unión de las familias y personas queridas alrededor de dones que se desean dar y recibir.

http://3.bp.blogspot.com/_o8WDnAeVa6g/SSQOwuVGo9I/AAAAAAAADqg/q_yV423F3TI/s320/2448_adornos2.jpg

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 Luces: en un principio velas, representan la luz de Cristo, Las luces por su color tienen también significados especiales:

 Azules: paz en el hogar

Verdes. Esperanza y vida

 Doradas: fe

 Rojas. Amor

 Multicolor: unión y espiritualidad.

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 Adornos de diversas figuras: representan las buenas acciones y sacrificios.

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 Regalos al pie del árbol: simbolizan que son para Jesús por su nacimiento en la Navidad.

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9/12/09

 


Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Roxana Tana Enviado: 14/12/2009 22:57
De: PRINCESATOÑY Enviado: 09/12/2009 12:50

Regalos que no cuestan un centavo, pero que valen millones

 

 

1.- El regalo de Escuchar
Pero realmente escuchar, sin interrumpir, bostezar,
o criticar. Sólo escuchar.

2.- El regalo del Cariño
Ser generoso con besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos.
Estas pequeñas acciones demuestran el cariño por tu
familia y amigos.

3.- El regalo de la Sonrisa
Llena tu vida de imágenes con sonrisas, dibujos y
caricaturas, y tu regalo dirá "me gusta reír contigo"

4.- El regalo de una Nota escrita
Esto puede ser un simple "gracias por ayudarme".
Un detalle como este puede ser recordado de por vida, Y CAMBIARLA AUN TAL VEZ.

5.- El regalo del Reconocimiento
Un simple pero sincero "te ves genial de rojo",
"has hecho un gran trabajo" o
"fue una estupenda comida" puede hacer especial un día

6.- El regalo del Favor
Todos los días procura hacer un favor.

7.- El regalo de la Soledad
Hay días que no hay nada mejor que estar solo.
Se sensible a aquellos días y
da este regalo a ti mismo o pídelo a los demás

8.- El regalo de la disposición a la Gratitud
La forma más fácil de hacer sentir bien a la gente es decirle cosas que no son difíciles de decir como "Hola"
y "Muchas Gracias".

SACADO DE LARED


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Roxana Tana Enviado: 14/12/2009 22:58
 

 


Desde aquel 6 de enero en que los tres Reyes Magos visitaron al niño Dios  han pasado muchos, pero muchísimos años, miles para ser más exactos.
 Por esa cosita de magia que sólo la niñez tiene, los Reyes no han envejecido y no sólo están igualitos, sino que siguen trayendo, cada 6 de enero, regalos a todos los niños del mundo.
 Cierto es que las cosas han cambiado mucho: los paisajes, las casas, las ciudades.
 Antes, sólo había casitas bajas, espacios verdes muy grandes, ahora, en cambio, las calles están llenas de edificios muy altos y uno pegadito al lado del otro.
 Digamos que con el paso del tiempo el trabajo de los Reyes y sus pobres camellos se complicó bastante.
 Cada vez es más difícil atravesar las ciudades con todos sus edificios, los camellitos chocan sus jorobas con los balcones, se pinchan con las antenas de las terrazas y ni que hablar cuando tienen que volar sobre las autopistas, a ninguno le gusta.
 Según Melchor, dice que los autos se ven como hormiguitas mareadas que no saben dónde tienen su hormiguero, que van a tontas y a locas por un sendero gris.
 Gaspar, ni mira para abajo, no le gusta mucho el paisaje que ve ahora, extraña el verde y los espacios amplios de antes.
 Pero igual, a pesar de estos problemas,  lo que no ha cambiado es el amor y la alegría con que estos tres buenos Reyes cumplen con su función de todos los años, alegrar a  los niños.
  Hablando de problemas, les voy a contar lo que pasó este último día de Reyes.
 Mateo, es un niño muy bueno que tiene ocho años y tiene una hermanita de cuatro años, llamada Delfina.
 En vísperas del día de Reyes, o sea la noche anterior, los hermanitos estaban muy ansiosos porque llegara la mañana y ver sus regalos en el pequeño balcón de su departamento. Tanto Mateo como Delfina, les habían querido dejar pasto a los camellos, pero como no tenían jardín y no quisieron sacar de la plaza del barrio, no se les ocurrió mejor idea que dejarles el alimento balanceado del perrito que tenían. Como se habían quedado sin agua mineral y su mamá siempre les aconsejaba no tomar agua de la canilla, lógicamente tampoco quisieron que la tomaran los camellos, por lo que le dejaron lo que primero encontraron que fue un sifón de soda.
 Los chiquitos se durmieron muy contentos, sabiendo que habían cumplido con los pobres y cansados camellos y que sin duda, los reyes cumplirían con lo pedido en las cartas en la mañana siguiente.
 Mientras tanto, esa madrugada, Melchor, Gaspar y Baltasar viajaban por la ciudad, cada uno arriba de su camello y con sus enormes bolsas de regalos.
 Como los ruidos de la ciudad le molestaban mucho, Gaspar había tomado la precaución de ponerse algodón en los oídos.
 Melchor iba primero guiando a sus compañeros y Baltasar, quien aunque parezca mentira no le gustaba mucho las alturas, iba último, tratando de no ver hacia abajo. Siempre le dejaban a él las casas y los departamentos en planta baja, porque si no se mareaba un poquito.
 Ya casi al llegar al edificio de Mateo y Delfina, Melchor que lideraba la caravana, se pinchó la cola con  una antena de televisión. La antena quedó clavada en la cola de Melchor y la verdad costaba mucho sacarla.  El pobre camellito también se había pinchado. Como ambos habían quedado  muy doloridos y Gaspar ya se había ido a repartir otros juguetes, Melchor le pidió a Baltasar que lo reemplazara y entregara él los juguetes en los departamentos que le faltaban.
 Baltasar,  quiso ayudar a su amigo, quien todavía trataba de sacarse la antena de la colita y le dijo que sí, sin pensar que alguno de los departamentos que quedaban era pisos muy altos.
 Cuando se dio cuenta, ya había aceptado y no iba a volverse atrás. Con un poquitín de miedo empezó a subir al edificio de nuestros amiguitos (que vivían en un piso 14 por cierto), con su camello amigo, la bolsa de regalos y la cartita de los hermanitos en la mano.
 Cuando llegó al piso 14, ya el chucho que tenía era muy grande y para su desagradable sorpresa el balcón tenía unas rejas que sobresalían un poco de la baranda.
- Qué tiempos los de antes Boby!!! (Así se llamaba el camello de Baltasar) todo era plano, no había alturas, ni edificios, ni antenas, ni nada, así sí que se podía trabajar tranquilo!! Mire ahora, no sólo cada vez hacen las casas más chicas, sin jardín, ni espacios verdes, sino que los balcones también tienen que tener estas cosas de hierro que molestan tanto.
- Bueno Don Baltasar no se queje!! Dijo el camello que era muy buena onda, todo sea por los chicos!!. Tratemos de entrar como podamos y fijémonos que pidieron estos niños.
Ya el tema de entrar fue muy difícil, el espacio que dejaban libre las rejas no era demasiado para el tamaño del camello y la panza de Baltasar. Ninguno de los dos lograba entrar, el pobre camello trataba de empujar al Rey Mago, pero la panzota de éste lo dejaba atascado en el medio del balcón.
- Vamos Don Baltasar un poco de buena voluntad!! Meta panza hombre!! Ya le decía yo que comía Ud. mucho dulce de leche.

- Bueno m´hijo no es hora de reproches, me está por explotar el cinturón, ya haré dieta cuando volvamos a casa, empuje más, empuje más le digo!!

Y así fue que el camello empujó con tanta fuerza que Baltasar pudo entrar al balcón y con el envión que le había dado, entró él también.
No hace falta que les explique cómo quedó la pobre persiana que estaba entreabierta, parecía un acordeón.
Con semejante alboroto Mateo y su hermanita se despertaron y por supuesto lo primero que hicieron, fue acercarse despacito al balcón a ver sus regalos.
 Jamás imaginaron que verían un camello con las cuatro patas para arriba y un rey mago gordito, aplastado contra una persiana, todo desalineado y un poco aturdido.
Se quedaron quietitos a ver qué pasaban.
- Pero m´hijo qué fuerza!! No hacía falta tanta, mire el lío que hicimos!!
- ¿Quién lo entiende Don Baltasar? Ud. me dijo que empujara y perdóneme, pero si comiera menos dulce hubiera sido más fácil.
- Bueno como sea, veamos qué pidieron estos niños, a ver a ver, córrase  que acá no hay lugar para nada.
- ¿Puedo ver si me dejaron algo de comer y de tomar? Tengo sed y hambre, preguntó el camellito.
- Por supuesto, a ver, fíjese dónde está el pastito que siempre le dejan.
  El pobre camello miró y miró, no vio ni pasto ni agua. Desconcertado se preguntaba qué serían esas bolitas marrones que había en un plato y ese coso parecido a una botella que había.
- ¿Y esto qué será? Preguntó confundido y un poquito desilusionado Boby.
- Y qué se yo, a ver… pinta de bombones no tiene, olor tampoco, pero si se lo han dejado los niños no sea desconfiado y pruebe no más, tan feo no ha de ser.
- ¿Y para tomar, como se tomará de acá? ¿O será otra cosa?.
- Probemos Boby, qué me había resultado fino Ud. ¿eh? ¿Que quería que le dejaran el agua en una copa? ¿A ver, a ver cómo será esto?

  Baltasar toqueteó el sifón por todas partes, hasta que dio con la pequeña manijita que hay que bajar para que la soda salga. El chorro fue tan grande, que cayó para atrás y ahora quedó atrapado entre las rejas del balcón, el camello del susto escupió todo el alimento balanceado que estaba probando sobre el Rey Mago.
- Puaj!!!Esto es un asco Don Baltasar!! ¿Dónde quedó el simple pasto quiere decirme?
- Por qué no me dice  cómo salir de acá mejor, en vez de quejarse del alimento.
  Mientras tanto, Mateo y Delfina veían que la cosa estaba cada vez peor. En Rey Mago ahora atascado en medio de las rejas, todo sucio de alimento balanceado y mojado con soda, un camello que escupía y escupía al tiempo y  que trataba como podía, sin éxito de liberar a Baltasar.
- Mejor ayudemos, no te parece???? Dijo Mateo a su hermanita.
- Si vamos pobres, creo que están en problemas.

  Así fue que los chicos, salieron al balcón y para sorpresa de sus visitantes, se presentaron ante ellos.
 No fue fácil ayudarlos, tampoco para Baltasar y su camello fue fácil que los niños los descubrieran, siempre eran ellos lo que daban las sorpresas y no los que la recibían.
 Los chicos pusieron manos a la obra y como pudieron liberaron al Rey Mago, lo limpiaron un poquito, lo secaron y le ofrecieron un sándwich de jamón y queso a Boby, cosa que le gustó mucho más.
 Una vez más tranquilo Baltasar pudo cumplir con su misión, entregó a los niños su bicicleta y su monopatín, pero antes de irse agregó.
 - Gracias amiguitos por su ayuda, sin Uds. no hubiéramos podido seguir repartiendo regalos, acá tienen un sorpresita más en agradecimiento a su bondad.
  Baltasar sacó un regalo más para cada uno de los hermanitos, los cuales fueron recibidos con mucha alegría.
- Será hasta el año que viene!!! Se despidió el Rey Mago
- Recuerden que no me gusta el alimento balanceado, resérvenlo para perrito no más, dijo Boby.
  Los niños felices por los regalos, pero sobre todo por haber podido ayudar, saludaban a Baltasar y su camello con las manitos.
  Mientras retomaban su viaje para continuar con su tarea, el Rey Mago y su camello conversaban acerca de lo que había ocurrido.
- ¿La verdad que resultaron gauchitos estos chicos no Don Baltasar?
   - Realmente Boby, no se que hubiera sido sin su ayuda. ¿Sabe que? Una cosa es cierta, todo ha cambiado mucho desde que comenzamos con esta hermosa tarea, que dicho sea de paso cada día se complica más, que rejas, que antenas, que edificios, pero aún así sigue valiendo la pena, ¿no cree?
   - Ya lo creo, siempre que haya un niño que nos espere con ilusión, valdrá la pena resolver cualquier problema que tengamos con tal de hacerlo feliz, respondió Boby, mientras escupía el último pedazo de alimento balanceado que tenía en la boca.

FIN


 

 



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