SANTIAGO.- Lleva cuatro meses sin salir de los primeros lugares del ránking, ha vendido más de 40 mil ejemplares de su última novela en Chile y más de 500 mil en el mundo, y a estas alturas son pocos los que no saben que Isabel Allende editó una novela llamada "La isla bajo el mar", sobre una esclava en Santo Domingo.
Sin embargo, la escritora aprovechará su viaje al país —donde pasará las fiestas de fin de año junto a sus padres— para cumplir con todos los ritos necesarios para un nuevo libro, incluyendo presentaciones y firmas (ver recuadro), y comprobando que, pese a los meses transcurridos, las expectativas a su alrededor no decaen.
En ese marco, la escritora se reunió esta mañana con la prensa, para conversar sobre su última novela, fruto de "cuatro años de investigación y de año y medio de escritura. Estoy muy contenta de habérmela sacado de encima, porque estuve como obsesionada durante mucho tiempo", dijo.
Sobre el éxito que nuevamente alcanzó con "La isla bajo el mar", la autora de "La casa de los espíritus" asegura que "nunca se sabe por qué un libro tiene éxito", y que no piensa en ese reultado de antemano. "Escribo lo que quiero escribir y porque me apasiona escribirlo. No pienso en vender miles de ejemplares, porque eso me tendría paralizada", cuenta.
De este modo se aventuró en una historia sobre la esclavitud, que "pareciera que no tiene ninguna actualidad, pero debe haber algo flotando en el inconciente colectivo, porque se pusieron en contacto conmigo grupos abolicionistas actuales. En este momento en el mundo hay 27 millones de esclavos contados. Son personas retenidas contra su voluntad, obligadas a trabajar sin remuneración, bajo amenaza de violencia y que no pueden escapar. Eso incluye a las niñitas que venden a los prostíbulos (...). Con esa definición, hay esclavitud en muchas partes".
Sin embargo, vuelve a la pregunta sobre el éxito y se la formula ella misma para responderla definitivamente: "¿por qué pegó el libro? Bueno, ¡porque escribo bien! Por lo menos admítanme eso", dice.
Política, Chile y el Premio Nacional
La escritora aprovechó su encuentro con la prensa para hablar de los más diversos temas partiendo por la coyuntura política en Chile. En esa área, aseguró que "si vuelve la derecha (al poder) no van a ser demasiado grandes los cambios, porque el país está muy bien. Yo que vivo afuera te puedo decir que desde allá Chile se ve regio. Hay estabilidad política, económica, social, es un país que está mucho mejor que la mayoría de los países del mundo. Qué decir de la imagen de Michelle Bachelet afuera", dijo, y agregó que "los partidos de centro-izquierda (Concertación) han hecho un muy buen gobierno".
En la misma arena, defendió una mayor inclusión de mujeres en los círculos de poder. "En todas partes del mundo las mujeres están entrando mucho en política. Son mucho más honestas, más trabajadoras y menos vanidosas que los hombres", manifestó.
Sin embargo, agregó que "todavía podemos nombrar a las presidentas, lo que quiere decir que no hay un número crítico de mujeres en el poder. Pero creo que la única esperanza para el mundo del futuro, para que haya un verdadero cambio pronto, es incorporar a ese 51 por ciento de la humanidad en un número crítico en el manejo del mundo".
La escritora también abordó dos de los temas que cada tanto la devuelven a las noticias locales con alguna cuota de polémica. El primero es qué tan chilena se reconoce, a lo que respondió que "vengo a Chile por lo menos tres veces al año, me comunico con Chile todos los días a través de Skype con mi mamá, estoy enterada de lo que pasa y cuando me preguntan 'qué eres' digo automáticamente 'chilena'. Vivo en América, pero me siento profundamente chilena en la manera de vivir, de ser: soy mandona, metete, dominante, intrusa, hospitalaria, tribal".
El segudo tiene relación con su regular figuración como candidata al Premio Nacional de Literatura, del que dijo que "no creo que me lo vaya a ganar ni estoy postulando. El premio más grande que tengo es el cariño de la gente, desde la persona que me limpia la pieza en el hotel hasta la que me timbra el pasaporte cuando entro al país. Todos son cariñosos, me hablan de los libros. Ese premio lo tiene muy poca gente".