La Organización de
Naciones Unidas ha proclamado 2010 como Año Internacional de la
Biodiversidad. La situación en este ámbito es trágica y las llamadas de
alerta se suceden en boca de los principales expertos. Uno de ellos es,
sin duda, Hubert Reeves, que en el transcurso de una entrevista con la
agencia France-Presse pone en guardia sobre la desaparición acelerada de
la vida animal y vegetal en todo el planeta, una pérdida que, en su
opinión, supone una «amenaza a corto plazo para la humanidad». Reeves
habla de una escala mínima en términos temporales: «La amenaza se cierne
sobre nosotros en una escala de algunos decenios como máximo».
Este astrónomo
quebequés de 77 años de edad, barba blanca y aspecto y actitud amables,
es un reputado defensor del medio ambiente. «Hoy -afirma en esta
entrevista- vemos ya que la esterilización de las tierras prosigue a un
ritmo muy rápido a causa de los pesticidas y de los tratamientos
excesivos que eliminan, por ejemplo, a los insectos, las lombrices de
tierra, las abejas...». Y, además, estamos a punto de vaciar los
océanos. Si no se hace nada, «de aquí a diez, veinte o treinta años como
máximo, tendremos que empezar a preguntarnos qué vamos a comer esta
noche», advierte Hubert Reeves.
Según la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el organismo
de referencia para la diversidad biológica, la mitad de todas las
especies de mamíferos están en declive y una cuarta parte están
amenazadas de extinción.
«Tengo hijos y
nietos; estoy muy preocupado por ellos; ¿en qué mundo van a vivir?», se
pregunta este científico. Insiste en que está «muy preocupado» por el
porvenir: «Nadie puede decir cómo será este planeta dentro de 30 años,
pero podría ser verdaderamente lamentable. Depende de las decisiones que
se adopten ahora».
Porque, hasta hoy,
las palabras priman sobre los actos. En la Cumbre de la Tierra de
Johannesburgo, en 2002, los líderes mundiales se comprometieron a
«disminuir de manera significativa, para 2010, la erosión de la
biodiversidad». «Los últimos datos muestran que no sólo no se detuvo,
sino que está deteriorándose aún más rápidamente», asegura. Y añade que
ya es hora de invertir la tendencia. «Estamos todos en el mismo barco,
un barco que amenaza con hundirse, y es preciso reaccionar a una escala
global», declara Reeves.
Con un ligero punto
de optimismo, evoca que la toma de conciencia a nivel planetario
comienza a ser palpable y espera que este mismo año se ponga en marcha
un mecanismo internacional a instancias del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre la Evolución del Clima.
Respecto a la
reciente Cumbre de Copenhague, opina que fue «un éxito parcial (...), un
paso importante como lo fue en su día la de Río para la toma de
conciencia general de la amenaza que pende sobre todos nosotros».
«Los científicos
están muy alarmados por la erosión de la biodiversidad -agrega-. Hay que
extender este mensaje de urgencia». Y se pregunta si la superpoblación
es una de las causas de esta pérdida de biodiversidad. Afirma que el
control de la natalidad es «irreal», pero advierte de que «reducir el
gasto de energía es esencial».
¿Y a nivel
individual?, le preguntamos. «Podríamos reducir el consumo de carne,
puesto que su producción devora mucha más energía», concluye.