Por Mariola Cubells
El mundo está lleno de caballeros. De hombres inteligentes, elegantes, corteses, educados. De hombres que tienen claro que somos iguales, que respetan al otro y a la otra. Que no humillan nunca, que te quieren bien, que te apoyan, que son buenos compañeros vitales.
Está lleno de hombres que detestan la zafiedad y que no se identifican con esos otros hombres groseros que abren la boca y escupen. El mundo está repleto de hombres así que hacen que la vida de una sea mejor, más grata. Me rodean desde siempre. Los tengo, los he tenido, en mis lugares de trabajo, en mi familia, entre mis amigos. Los veo por todas partes. Hombres tiernos, que tratan al mundo con delicadeza. Que jamás levantarían la mano siquiera.Buenos padres, buenos hijos.
También hay hombres así en la política, incapaces de insultar a una ministra, ni a un ministro. Hay hombres que no van a la tele a airear sus romances pasados ni presentes, eso tan feo y tan de moda.
Hombres que son reservados con lo que les cuentas, que nunca te ofenden. Hombres a cuyo lado una siempre se siente una princesa. Que se enamoran de la inteligencia de las mujeres de sus corazones y que, ni en público ni en privado, son soeces. Tenemos demasiados ejemplos de los otros, de los malos, así que esta columna va por ellos, por los buenos, para diferenciarlos bien de los cretinos, de los capullos, de los asesinos, de los canallas, de los mezquinos.
(COPIADO DE LA RED)