Hace tiempo leí un texto el cual más
que grabado en mi mente me hizo
reflexionar, pero sobre todo tomar
conciencia de la importancia del testimonio
que damos con nuestras acciones a quienes
nos rodean, sobretodo a nuestros hijos.
El texto decia mas o menos así:
Un día un señor ya grande solo, cansado,
decidio buscar a su unico hijo para irse a
pasar sus últimos días de su vida con él y
su familia, en busca de compañia, cariño y
comprension. El señor esperaba que su
hijo lo recibiera con los brazos abiertos;
el hijo al ver lo que deseaba el papá
comenzo a decirle que en su casa no tenia
lugar y espacio para él, así como
tampoco lo aceptaria su familia.
Finalmente, el hijo aceptó que su padre
se quedara en el cuarto de la servidumbre
solo durante un tiempo. Éste llamo a su
pequeño hijo de tan sólo ocho años de
edad y le pidió que le trajera a su abuelo
una vieja cobija. El niño tardaba
demasiado, el padre subió para ver cual
era el motivo de la tardanza del niño. Este
pequeño estaba cortando la cobija en dos
partes, el padre enfurecido le preguntó
¿por qué estas cortando en dos partes esa
cobija? El niño respondió para guardarte la
mitad de ella para que cuando tú seas viejo
y vayas a mi casa a ver en que lugar te pondré.
Hoy en día la mayoría de los hijos optan
por llevar a los padres a asilos o lugares
similares justificando diciendo que están
mejor “atendidos”. Un anciano, no debe
ser una carga para los hijos, estamos
conscientes que ya no cuentan con la misma
capacidad, habilidad, y fuerza que un
adulto o un niño pero siguen siendo seres
humanos los cuales requieren de nuestro
respeto, atención, cariño y comprensión.
No olvidemos que antes de tener o ser novio
(a), esposo (a), hijo (a) tuvimos padres.
Y que si somos lo que somos y seremos
mañana es gracias a la educación, principios
y valores que ellos mismos con su ejemplo
nos inculcaron. Y que tarde o temprano
nosotros tambien, llegaremos a la tercera edad.
DE LA WEB
|