MUNDOMientras Japón considera que la situación está bajo control, Estados Unidos recomendó a sus ciudadanos evacuar el área en un radio superior a los 80 km.
Miércoles 16 Marzo 2011
Son diversas y encontradas las opiniones sobre la realidad que se vive en la planta nuclear de Fukushima desde la mañana del sábado 13 de marzo, cuando se presentó la explosión del primer reactor, que puso en alerta al mundo sobre una eventual catástrofe atómica.
El gobierno japonés ha solicitado ayuda internacional para controlar la emergencia, que se agravó con las explosiones de los reactores 2 y 3 (el lunes y martes de esta semana) y el incendio en el reactor 4, pero al tiempo ha pedido “mantener la calma”. Sus expertos insisten en que fuera del área de 30 kilómetros alrededor de esta central nuclear, “no existe peligro para la salud”.
Sin embargo, otra opinión tiene el gobierno de Estados Unidos que este miércoles les recomendó a sus ciudadanos que vivan en la zona evacuar y refugiarse fuera del radio de 80 kilómetros de la planta de Fukushima. Según el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, la situación de la planta nuclear "se deteriora" y el tiempo, la dirección y la velocidad del viento influyen en el riesgo de contaminación.
Este miércoles, el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Yukiya Amano, confirmó que los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 están dañados. Sin embargo, al igual que el gobierno japonés, la OIEA considera que "no es el momento de decir que las cosas están fuera de control".
Las voces de alerta que se escuchan fuera de Japón no tranquilizan. Este miércoles, también, el comisario europeo de energía, Günther Oettinger, advirtió que en las próximas horas podría producirse “una nueva catástrofe de gran peligro para los habitantes y el bienestar del archipiélago japonés”. Y contrario a lo que opina el gobierno nipón, Oettinger asegura que la situación sí “está fuera de control”.
Su posición se conoce al tiempo de un cable de WikiLeaks, difundido en el diario británico The Daily Telegraph, que revela que la OIEA le advirtió hace dos años al gobierno de Japón del riesgo de que sus centrales nucleares no aguantaran terremotos de gran magnitud.
La primera en controvertir al gobierno japonés fue Francia, este lunes, a través del presidente de la Autoridad de la Seguridad Nuclear (ASN), André-Claude Lacoste, quien dijo que el accidente de la central nuclear podría ser de nivel 5 o 6 sobre una escala de 7 (según la Escala Internacional de Eventos Nucleares), es decir, por encima del nivel 4 en que lo clasificó Japón.
Japón “tapa” accidentes nucleares del pasado
En los mismos cables de WikiLeaks se explica que el Gobierno japonés se opuso a una decisión judicial para cerrar una central nuclear en el oeste del país tras las informaciones de que no aguantaría un terremoto de magnitud 6,5 en la escala de Richter.
Según el cable, el Gobierno de Tokio consiguió frenar la decisión judicial en 2009 con el argumento de que el reactor era seguro y que se habían realizado todas las pruebas de seguridad y garantía necesarias.
WikiLeaks filtró además informaciones oficiales según las cuales Taro Kono, un destacado miembro del parlamento japonés, afirmó ante diplomáticos estadounidenses en 2008 que el Gobierno de su país "tapaba" accidentes nucleares ocurridos en el pasado.
No es la primera vez que se señala a Japón de esconder y aminorar temas de gran impacto. Un libro escrito por el estadounidense Alex Kerr, Dogs and demons, explica cómo conciben los japoneses, desde su cultura, el tema de la verdad.
En un artículo publicado en el diario El País de España sobre este libro, se explica que los nipones expresan sus pensamientos en público, pero con la intención de no ofender a los demás, que los lleva a no admitir la verdad en todas sus dimensiones. Es algo que el autor de libro llama tatemae, y que se explica con ejemplo sencillo: si en los negocios, un japonés responde con un “lo pensaremos”, es porque en realidad “no les interesa”, dice el artículo.
Para el autor del libro, esta costumbre se ha empleado para proteger a las élites políticas y empresariales y describe otros episodios en los que Japón esconde la verdad, como lo fueron “cientos de informes técnicos falsos” para ocultar accidentes y emergencias en plantas nucleares.
¿Y las radiaciones?
Han sido otro punto de discusión. Mientras el gobierno afirma que no hay peligro fuera de los 30 kilómetros que fueron evacuados, el nivel de radiactividad en la zona llegó a alcanzar un alarmante nivel de 10.000 microsievert por hora, lo que obligó a sacar temporalmente a los empleados -unos 200-, que regresaron al descender la radiación.
El Ejército japonés envió a la zona un helicóptero cargado con agua salada para arrojarla sobre la central, pero la misión tuvo que ser abortada porque las radiaciones eran demasiado elevadas incluso para esa operación.
El nivel máximo de radiactividad para trabajar en una situación de emergencia en una central está establecido en 100 milisievert anuales, pero ante la crítica situación en Fukushima la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón la elevó hasta 250 milisievert.
Cada operario, no obstante, permanece muy poco tiempo expuesto a este nivel de radiactividad, con operaciones rápidas a fin de minimizar el riesgo.
Lo cierto es que ahora nadie confía en nada. Los habitantes de Tokio -situada a unos 250 kilómetros de Fukushima- afrontaron este miércoles la amenaza radiactiva con más mascarillas y menos tráfico; muchas personas trabajan desde sus casas y muchos extranjeros han optado por marcharse pese a los llamamientos de las autoridades a mantener la calma.