Ella permanecía sentada, mientras
entre sus manos sostenía un retrato,
por su rostro se desbordo el recuerdo
de aquellos días en que el aun todavía podía verle.
Mientras miraba su retrato apretaba
con fuerza los ojos recordando aquellos
últimos días, y sus últimas palabras.
¡Mamá por favor! Abre las cortinas que pasen
los alegres rayos que anuncian un nuevo
día, porque hoy siento que será un
día muy especial para los dos.
¡Mamá! Hoy e soñado que me bestias.
Quiero que me lleves al colegio para
poder estudiar, pues pronto se abrirán
las puertas y comenzaran las clases.
¡Mamá! Abrázame, siéntame en tu regazo,
quiero volver a sentirme protegido entre
tus brazos ¡Como cuando era un niño pequeño!
¡Mamá! Hoy me siento tan bien, que quiero
hacerte una promesa, ¡Mamá! En cuanto
volvamos a casa te prometo que ya
nunca más volveré a drogarme. ¡Te lo juro!
Con los ojos encendidos de lágrimas,
sollozaba en silencio mientras su inquieta
mirada buscaba algún recuerdo que le
devolviese el pasado, volviendo a cerrar
los ojos con fuerza sintió que él estaba a su lado.
El recuerdo la devolvió a ese día en el que sentada en el borde de la cama lo abrazaba fuertemente, fundiéndose en esa ternura que solo una madre sabe dar... En llanto amargo se tornaban sus plegarias.
¡Hijo mío! ¡Hijo de mi vida! Susurraban sus labios temblorosos una y otra con tenue voz.
¡Mamá! ¿Acaso estas triste? ¿Por qué lloras?.... ¡Pronto saldremos juntos de este lugar!
¡Mamá! Hoy parece que está oscureciendo antes ¡Mamá! No bajes las persianas, quiero ver las estrellas ¡Mamá!... ¿Te has fijado en aquella que brilla como un lucero?
Llena de amargura la madre volvió a despertar en medio del recuerdo, llena de dolor respondía si hijo, claro que la veo... A pesar que el sol brillaba con todo su resplandor.
¡Mamá! Esta vez no te estoy mintiendo, esta vez es cierto, esa estrella me hace señales con su parpadeante luz, su dulce resplandor me invita a ir a su lado.
¡Mamá! ¿Puedes escuchar esa dulce voz angelical?... ¡Parece que proviene de esa estrella!... ¿Me llama a mi?... Si, así es, pronuncia mi nombre!
¡Por favor mama! Tienes que creerme, esta vez es verdad, no te estoy miento, ¡No lo estoy soñando!... Hace mucho tiempo que estoy en la cama de este hospital ¡Tienes que créeme mamá...!
¡Mamá! Se va a cercando a mí, me está cubriendo con su manto de luz, es muy brillante y me hace sentir muy bien... Ya no siento dolores ni malestar, siento como esa estrella se aleja más y más y me lleva con ella.
Solo tenías 15 años cuando entre mis brazos tu luz se fue apagando... Me dejaste sola, sola para llorarte, sola para recordarte. Sola, sola...
¡Hijo mío! Ahora moras en el cielo de los inocentes, ese lugar donde tal vez yo no tenga ningún derecho de entrar ¡Porque no supe ser una buena madre!
Cuando llegabas a casa me pedías ayuda, ¡Ayuda para poder entender esas cosas que no comprendías!
¡Hijo mío! Yo te decía ¡Ahora no puedo atenderte, estoy ocupada! ¡No tengo tiempo! Ve a jugar por ahí, y no me molestes con tonterías.
Un día llegaste de la escuela rebosante de alegría, con una nota entre tus manos para que acudiese a una representación de teatro realizada por los alumnos, yo te respondía ¡Hijo eso son tonterías! Y yo no tengo tiempo para ir a todo lo que tus profesores quieran. Pero mama, irán los padres de los demás niños ¿Iras a verme?... Yo cambiaba la conversación para no responderte.
¡Hijo mío! Ahora que no estás, no hago más que preguntarme ¿Porque fui tan diferente de las demás madres?... ¿Porque no te escuchaba entonces?... ¿Por qué?
Recuerdo cuando me decías, mamá, ¡Porque siento que me atraen las chicas! Cuando me miran me pongo nervioso. Yo con ironía te decía, ¡Eso solo lo hacen los chicos morbosos! Tú agachabas la mirada mientras me pedías ayuda, ayuda para cambiar, ayuda para no ser una mala persona.
¡Me siento tan confundido! ¿Qué puedo hacer mama? Tienes la cabeza llena de tonterías... ¡Eso es lo que yo te respondía!
Un día llegaste a casa y me dijiste, ¡Mamá! Hoy e estado en una fiesta "con unos amigos" mientras bailábamos, uno de ellos saco una bolsita con un polvillo blanco, ellos comenzaron a respirarlo, luego me dieron un poco para que yo también lo respirase con ellos, comencé a sentirme muy ligero, vi cosas que antes no podía ver. También probé por primera vez las bebidas ¡Hijo mío! No preste la menor atención a tus palabras.
¡Hijo mío! No te escuche cuando me decías. Me siento mal, muy mal, se me nubla la vista, siento un fuerte dolor en el pecho y apenas puedo respirar. Yo te contesté ¡Hijo! Acuéstate que es tarde, ya mañana se te pasara. A la mañana siguiente seguías encontrándote mal. Hoy no iras a la escuela, ¡Te quedaras en casa! Y me fui a trabajar dejándote solo. Así pasaron varios días hasta que te ingresaron en aquel hospital.
¡Hijo mío! Hay en mi pecho hay una profunda herida por donde sangra el dolor que siente mi corazón. Me preocupe más por las cosas superfluas, pensaba que lo mejor para ti era dejarle solo y así aprenderías a caminar por el mundo.
Hoy mis manos están vacías, añorando las caricias que con frecuencia rechace. Hoy yace entre mis brazos el recuerdo inerte de mi hijo, ¡Porque no supe darle amor!...Tampoco estuve a su lado para ayudarle cuando más me necesito.
¡Hijo mío! ¡Nunca me preocupe de prevenirte de los riesgos que acechan en cualquier parte a los jóvenes. Ahora que no estas, ahora se que no volveré a sentir tus manos abrazándome. Ya nunca volveré a ver la ternura de tu mirada, ni tan siquiera sentiré tus besos.
¡Hijo mío! Allá donde quiera que estés,
te pido que me perdones. Yo te convertí en una persona insegura de tus actos, no supe ver en tus cambios de humor que algo malo te pasaba. Creí que todo podía solucionarse con dinero... Caíste en el infierno de las drogas...
¡Hijo mío! Perdóname, pues jamás pensé
que en realidad no te estaba ayudando,
jamás pensé que te estaba
ayudando a morir.
No caigáis en los errores de esta madre.
Prestad más atención a vuestros hijos.
La comunicación es fundamental, y puede
evitar tragedias como estas.
Intentad ser más tolerantes, y antes de
recriminarles, reflexionad y dialogad con ell@s.
L@s hij@s nos necesitan para aprender
a caminar por la vida, es nuestro deber ayudarles.
Nadie esta exento de estas desgracias,
pero si reaccionamos a tiempo, muchos
jóvenes no morirán, y muchos padres
no vivirán la amargura y el tormento
que durante toda su vida acompañara a esta madre.
DUENDE
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