Él es lluvia de flores, que me calma el que goza pariendo un bello sueño, el que me da su vida y toda el alma, el que trenza recuerdos y es mi dueño.
Es el sol que me abraza, lo presiento el mar esquivo, adonde pertenece, es el sueño fantástico, que invento un elixir mortal, viento que mece...
maderos ardorosos, en invierno. El aroma dulzón de miel caliente, es entrega de amor, temblor eterno es canto de mi mar, en el poniente.
El hombre de mis sueños, no es un necio elude el negro mar, del desconsuelo, midiendo valeroso cada tercio... del ancho de mi falda y de mi velo.
Al hombre de mi vida, lo he tocado: con las alas del alma, y con un beso con este corazón, enamorado... y de mis pensamientos, sigue preso.
Yo lo amo contra el viento, y no sé verlo yo lo amo sin medida, sin distancia, ¡Si pudiera volar, mas no sé hacerlo!, ¡Si pudiera llegar, hasta su estancia!