Todo bien servido a los 200 comensales que, apretaditos y de pie durante la recepción,sosteníamos un plato caliente con una mano, el tenedor con la otra, el vaso de whisky con otra, saludábamos a un amigo con otra y un leve pero persistente temblequeo de párkinson en todas las manos a la vez.
El desparramo de salsas fue inevitable. Al toque me mancharon el traje 3 veces, una con salsa roja, la otra con aroma a ajillo y otra con una crema espesa.
Y por fin, pasamos al salón principal. Nos sentaron en una mesa grande con otras personas.
- ¿Quién es el señor canoso que está al lado mío? - le pregunté en voz baja a mi mujer.
- Es Carlitos, fueron compañeros de la secundaria .
- ¿Carlitos?... Hace diez minutos que estoy conversando con él y no me daba cuenta de dónde lo conocía. Está hecho pelota. No se mantiene como me mantengo yo.
Giré, le pasé el brazo por la espalda y tratando de disimular le dije:
- ¡Carlitos viejo y peludo!...¡Estás igualito Carlitos!!
- Y vos estás hecho bolsa - me dijo y empezó a toser de tal manera que la mujer se tuvo que parar a atenderlo. (Yo aproveché para putearlo)
- Levantá los brazos, viejo. Tomate una cucharada de este jarabe por favor, tenés que cuidarte,a vos te faltan dos años para tu cumpleaños de 70 y te quiero organizar una fiesta.
Enfrente a nosotros, en la misma mesa, estaba Beto con su esposa que se había puesto toda la pintura que encontró en la casa. Beto se me acercó y en secreto me dijo:
- ¿Te acordás de Mónica? ¿Te acordás que estaba que mataba? ¿Te acordás que todos estábamos enamorados de ella en la facultad?
Algún gesto debo haber hecho porque mi mujer se avivó de que hablábamos de minas y me pisó sin querer con los tacos aguja.
- ¡¡Mirá para la pista! ¡¡Salió a bailar con el marido, mirala!!! - me dijo Beto, babeándose.
Giré la cabeza y solo conseguí ver a una señora mayor, entrada en años y mucho más en nalgas, que se movía con mucha gracia y poco esposo.
- No la veo - le dije - debe de estar bailando atrás de la vieja gorda culona...
La conversación en la mesa se fue poniendo linda… Todas las frases comenzaban con:
¿Te acordás de...?
¿Vos estabas el día que...?',
'El que no está bien es...',
'¿Sabés quien tuvo otro nieto...?',
'Viste quién se murió…?
Cuando alguien trataba de recordar quién fue el que hizo tal o cual cosa en los años 60, aparecían los
'¿eeeehhhh?',
'¿Cómo era?...'
'El petiso...' '¿Cómo se llamaba el petiso?...
Y las conversaciones fueron más o menos así…
- ¿Y ustedes ya tienen nietos? – preguntó un invitado al que se le movía la dentadura postiza.
- Si, una - le decía la mujer.
- ¿Dos nietas ya?
- No, una sola.
- ¿Dos varones? ¡Mirá vos!
- ¡¡UNA, UNA NIETAAAA!
- ¿Neneta? Qué lindo nombre. Disculpá que no te escucho bien. Están poniendo la música muy alta.
A ese jovencito que está con el combinado deberían calmarlo un poco.
- Acá tengo una foto de mis nietitas - le dijo mi mujer a otro invitado.
- Ni te molestes - contestó - sin los lentes no veo un pomo.
La fiesta estaba bien buena, el disc jockey pasaba desde "Zapatos Rotos", "Yo en mi casa y ella en el bar", "La Lambada" hasta la "La Felicidad". De la pista me hacía seña un pelado que oficiaba de locomotora para que saliéramos a bailar con el trencito.
- ¡¡Vamos cheeee!! ¡Manga de aburridos!! ¡Cómo en los sesenta, negro! ¡Vengan, cheee!
Dos veces me tenté y dos veces me senté. Dos veces me paré y dos veces mi mujer me pegó un pellizcón en zonas de compromiso, me aplicó el plan taco aguja y me gritó en secreto al oído:
- ¡¡Esperá a los lentos, si bailamos esto se nos descose todo!! ¿Por qué no vas a fumar un cigarro afuera con Carlitos y Oscar? Ahí viene el mozo ¿Te pido algo?
- Sí, pedime un trago largo con Hepatalgina, Chofitol y un toque de Sertal batido con bastante hielo. Estoy repitiendo todo lo que comí. Ya vengo.
- Mi amor - me dijo mi mujer cuando me paré- llevá el celular por las dudas y llevá también este papel con el número de mesa anotadito que después te la pasas buscando por todo el salón.
Afuera aprovechamos para recordar a todas las minas que estaban buenas y nunca nos dieron pelota, todos los nabos a quien les quedamos debiendo una trompada y todos los campeonatos que nunca ganamos.
En la vereda de enfrente alcanzamos a ver que Beto hablaba con una señora, le mostraba la cédula
y le preguntaba dónde quedaba el salón en el que estaba un rato antes festejando un cumpleaños de 70.
El baño estaba de lo más concurrido, flojos de vejiga y prostáticos agrandados nos encontrábamos a cada rato en los mingitorios. Eso sí que estaba divertido!!
Desde adentro, el tipo del parlante avisaba que había aparecido una señora llamada Raquelita y no encontraba la mesa y que estaba junto al tipo que pasaba la música. Que fueran a retirarla allí.
Fue una fiesta inolvidable, a las 11 nos tomaron la presión a todos y un enfermero atendía sin costo a los que se sofocaban bailando. El cardiólogo hacia bajar la presión de los más graves con pastillas sublinguales. Por suerte el aparato para electrocardiogramas no se uso. Para tranquilidad de todos avisaron que una ambulancia hacia guardia pasiva en la puerta del salón.
Junto con los suvenir, en un detalle realmente novedoso, (José es un detallista) a los que queríamos seguir tomando cerveza nos iba entregando pañales descartables.
¡Formidable invento esto de los cumpleaños de 70!
¡Y que se pongan de moda justo ahora, que todavía estamos hechos unos potros!