ANESTESIANDO AL CORAZÓN
A diario me sumerjo en las profundidades del abismo de este mi negro despertar, clavando al cielo las espinas que recibo para pedir a Dios un poco de piedad.
Yo no comprendo porque dañan una vida, que estuvo brindando de su alma lo mejor, encadenada a las tormentas de agonía le han mancillado la pureza que les dio.
Es el dolor que cala hasta mi vieja sangre, que enmudecida se detiene hasta el final, anestesiando al corazón en el desastre del sentimiento derramado por maldad.
Seré insensible a cada pena que iracunda, me deletree sin motivo sus pesares, si en ese sueño ya esta vida se me trunca, navegaré por otros mares de combate.
Blanca N. García
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