Recuerda que el amor te da, pero también te quita. Si lo único que esperas recibir son altas cantidades de dicha y alegría, no te enamores. Los sinsabores forman parte tanto de la vida como del amor. Intenta cambiarlos si quieres, pero no los niegues. El amor no es para perezosos ni cobardes. Cuando el amor toque a la puerta, entrará como una tromba: no podrás dejar fuera lo malo y recibir sólo lo bueno. No hablo de ser pasivo y resignarse a “la cruz”, sino de estar preparado para afrontar el lío que implica amar, defendiendo los derechos activamente y asumiendo con dignidad, sin pataletas, la realidad del amor. Si piensas que amar es igual a felicidad, equivocaste el camino. Tal como sabemos, la génesis del vínculo afectivo humano conlleva el germen de su propio sufrimiento. Hay que pelear contra él, pero sin falsas ilusiones
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