¿Cómo vives, sin quien vivir no puedes;
ausente, Silva, el alma, tienes vida;
y el corazón aquesa misma herida
gravemente atraviesa, y no te mueres?
Dime, si eres mortal, o inmortal eres.
¿Hate cortado amor a su medida,
o forjado en sus llamas derretida,
que tanto el natural límite excedes?
Vuelto a tu corazón, cifra divina,
de extremos mil, amor, en que su mano
mostrar quiso destreza peregrina,
y la fragilidad del pecho humano
en firmísima piedra diamantina,
con que quedó hecho alcázar soberano.
L. de Carvajal