Existe una diferencia entre una existencia simple y la auténtica vida. No es lo mismo limitarse a sobrevivir que prosperar de verdad. Lo triste es que la mayoría de las personas han perdido de vista los dones humanos que tienen en su interior, y se han resignado a pasar los mejores años de su vida mirando la televisión. Demasiadas personas se pasan más tiempo concentradas en sus debilidades que desarrollando sus puntos fuertes. Al concentrarse en lo que no tienen, olvidan los talentos que sí tienen. Las grandes personas que nos han precedido tenían una estrategia sencilla que garantizaba el éxito: Buscaron tiempo para reflexionar sobre sus capacidades intrínsicas y pasaron el resto de su vida refinándolas y ampliándolas.