Ya no soy la niña amarga que tenía un mar de llanto y alta ortiga por el alma. Ya no soy la niña enferma que al oír risas lloraba; ya salí del solitario bosque que me acorralaba. Ahora soy la niña verde, porque floreció mi calma. Ya no soy la loca triste, ya no soy la niña blanca, nuevo amor ha traspasado con el nardo de su lanza mi corazón, que ahora tiene un nombre de menta y ámbar. ¡Ay cuánta sonrisa noto que trepa por mis espaldas! ¡Qué brillo tienen mis ojos -viudos de siete mil lágrimas-! La vida me sabe a verso y los besos a manzana. -El monte arregla sus pinos, por las rocas el mar baila-. El amor danza en mi pecho. ¡Ya me quiere! ¡Ya me aguarda! Ya no soy la loca triste, que al oír risas gritaba; ahora soy la niña dulce, ya no soy mujer amarga.
Gloria fuerte
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