A las bodas de Júpiter estaban todos los animales convidados; unos y otros llegaban a la fiesta nupcial apresurados. No faltaba a tan grande concurrencia ni aun la reptil
ni más lejana oruga, cuando llega muy tarde y
con paciencia, a paso perezoso, la Tortuga. Su tardanza reprende el dios airado, y ella le respondió sencillamente: - Si es mi casita mi retiro amado,
¿cómo podré dejarla prontamente?
Por tal disculpa, Júpiter tonante, olvidando el indulto
de su fiesta, la ley del caracol le echó al instante, que
es andar con la casa siempre a cuestas.
Gentes machuchas hay que hacen alarde
de que aman su retiro con exceso, pero a su obligación acuden tarde: viven como el ratón dentro del queso.
FIN
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