Ya acudes a tu cita misteriosa con el inquieto mar, luna constante, y asoma las playas de Levante, hostia de luz, tu cara milagrosa.
En la onda azul, cual nacarada rosa, se abre tu seno con pasión de amante, y dibuja un reguero rutilante tu pie sobre la espuma en que se posa.
El agua, como un tálamo amoroso, te ofrece sus cristales movedizos donde tiendes tu cuerpo luminoso.
Y al ostentar desnuda tus hechizos, el mar, con un abrazo tembloroso, te envuelve en haz de onduladores rizos... (Salvador Rueda )
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