Libaba tu vientre el enigma de mis dedos preso del furor y las caricias como dos perros debajo de la luna liberales de un amor casi anarquista. No fuimos más que animales egoístas Así, inconcientes, en ese vértigo tenaz de traiciones olvidadas y malicias nos amamos locamente a escondidas de jueces y justicias. Fuimos buitres de las pieles y la carne y en nombre de un amor acicalado ciegos y leprosos dañamos otras vidas. Hoy, después de tanto tiempo arrinconado en la mentira de los besos pasionales comprendo que engañar era lo nuestro que no pecar era el pecado de mentes enfermas y arbitrales. Te amé más de cien veces Estúpidos actores de un teatro de revista Más de cien veces, locos y triviales como dos lobos en medio de la noche prófugos, adictos de un amor equilibrista.