Hay muchas personas que me conocen
y saben cómo soy.
Pero nunca les he dado a ellas un manua
l de instrucciones sobre mí mismo/a,
sobre cómo soy o sobre cómo deben tratarme. …
O, pensándolo mejor ¿sí se lo he dado?
Constantemente todos estamos enviando
mensajes a los demás de cómo somos,
aunque no nos demos cuenta de ello.
Si te fijas un poco, también tú mismo o
tú misma construyes, poco a poco,
la imagen que tienes de las personas
a las que conoces.
Vas pintando como un cuadro de cada
una de esas personas en tu mente,
a medida que te relacionas con ellas.
Cada día das una nueva pincelada,
añades un nuevo detalle.
También borras y corriges aquí y allá,
sin que el cuadro esté nunca completamente terminado.
Qué bueno sería que todos tuvieran
una buena imagen mía.
En gran parte, la imagen que
tienen los demás de mí es la que yo
les he enseñado a tener.
Somos transparentes para quien
sabe mirar el alma,
y tal y como me vean los demás, así me tratarán.
No es necesario fingir, basta con
ser auténtico/a, ser tú mismo/a
y adquirir la responsabilidad de ser un poquito mejor cada día.
Repítete con frecuencia esta frase:
“Hoy, en todos los sentidos,
soy mejor de lo que era ayer”.
Pero no sólo lo digas, debes creerlo
y sentirlo de verdad.
Y para creerlo debes mejorar
de verdad en algo, para que
los demás vayan pintando,
al verte, una obra de arte.
Y lo que es más importante,
tú también te sentirás mejor.