Aquel viejo cabás
Aquel viejo cabás, quedó grabado, lo llevo bien prendido a mi memoria repleto de color, vida e historia y un diario mal escrito, inacabado.
Con renglones torcidos lo recuerdo trazados con un lápiz de madera; una aguja, un dedal de costurera, y ese hilo que al cortarlo, "siempre muerdo".
Guardaba en el cabás, con mil amores mi lápiz que escribía azul y rojo, bien puesto en el plumier, con un manojo, de trocitos pequeños de colores.
Sacapuntas, color gris como plata, la goma de borrar, más bien pequeña, guardaba en el cabás con faz risueña los tesoros queridos, que hoy rescata.
Aquella niña de ojos esmeralda hoy convertida en muy feliz abuela, acompaña a sus nietos a la escuela pegados a los pliegues de su falda.
Chelo Álvarez
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