Si sufres, no te enojes con Dios, mejor pídele fuerzas.
Si lloras de dolor, no abandones su camino,
mejor síguelo con más fe y convencimiento.
Si te ves envuelto en un diluvio que azota tus sentidos,
será Él quien te rescatará.
Si la duda y la desesperanza se apoderan de tu corazón,
levanta tu mirada hacia el Señor, pues sólo su amor aliviará tus penas.
Si estás perdido, no temas, pues Jesús es el buen pastor que te guiará.
Si te sientes hambriento, sigue luchando, porque Dios es el Pan de Vida.
Si te encuentras inmerso en profundas tinieblas, acércate a Jesús,
porque Él es la luz del mundo.
Si sientes que el miedo está a punto de vencerte, abrázate a Dios,
pues sólo Él reconfortará tu alma.
Si no encuentras la salida en el solitario laberinto de tus penas,
arrodíllate, porque Jesús es la puerta y todo aquél que entre por Él, se salvará.
Si te sientes solo y crees que no puedes contar con nadie, te equivocas,
porque Dios está a tu lado;
Él es tu siempre amigo fiel...