Mi querido amigo y compañero Juan Masiá ha sido silenciado. Primero fueron sus opiniones y libros sobre bioética. Ahora se le priva de su única tribuna en Religión Digital. La decisión de interrumpir su contacto con los ciberlectores es suya. Es decir, como cuenta en su último post, él ha decidido cerrarlo. Pero, claro, las presiones vienen de arriba sobre los superiores de la Compañía que, antes de actuar por “santa obediencia” le han pedido a Juan que dé el paso.
Juan y yo somos viejos amigos. Tenemos la misma edad, nacimos casi el mismo día, somos del mismo signo del zodiaco (!) fuimos connovicios jesuitas en Aranjuez y luego emprendimos diversos caminos. Él fue destinado al Japón, yo a los medios de comunicación. Nuestros caminos volvieron a confluir cuando yo tuve que ir al país del sol naciente para escribir mi biografía de Arrupe. Con una delicadeza sin límites Juan me acompañó y me sirvió de intérprete por diversas ciudades japonesas. Juntos visitamos Kyoto y Nara, las ciudades más sagradas para un nipón. Extasiados visitamos juntos la estatua del buda más impresionante que he visto en mi vida: Miroku Bosatsu (Más abajo reproduzco el comentario que me mereció luego esa imagen) Y él me tradujo una maravillosa frase que me dedicó un monje budista zen mientras tomábamos un té ante un típico jardín japonés: “Hazte plenamente el ser que ya eres”. La traducción literal sería “requetehazte”.
Recuerdo que un taxista comentó extrañado que Juan dominaba el japonés como un nativo. Casi se le ponía cara de nipón, los rasgos orientales, cuando hablaba y habla esta endiablada lengua. Su trabajo era el de un distinguido profesor de filosofía que por ejemplo ha estudiado las similitudes entre Unamuno y filósofos japoneses. Pero estaba muy orgulloso de seguir los pasos de Pedro Arrupe, que como médico, había sido consejero de bioética de muchos médicos en Japón. Su carácter es dulce, con un ápice de timidez y apariencia tranquila donde domina la sonrisa. Quizás, como todos los tímidos, Juan tiene una válvula de escape en su pico de oro, que cuando se abre y sin levantar la voz dice cosas tan valientes en temas de moral sexual y eclesiología que uno se queda boquiaberto.
Hace años había tenido algunos problemas de tipo social con sus superiores. Pero la sangre no llegó al río. Su “salto a la fama” fue en España, a donde venía regularmente como profesor de bioética invitado por la Universidad Comillas. No voy a contar sus problemas conocidos de todos. Los superiores le indicaron que debería mantener su apostolado en Japón. Aunque él seguía viniendo de vez en cuando a España a pronunciar algunas conferencias. Pero su púlpito preferido era su blog en Religión Digital, donde tenía visitas de todos los colores.
Juan es muy libre escribiendo. Uno que ha vivido de todo y que un día tuvo que tragarse la pluma, no por problemas doctrinales, sino simplemente por informar que el papa Wojtyla estaba enfermo, intentó aconsejarle. Pero a Juan yo creo que, tras tantos años de ocultamiento filosófico en Japón, le llegó la notoriedad quizás un poco tarde y no se resignaba a renunciar a esa audiencia entusiasta que recolecta todo “enfant terrible”. “Cállate que vendrán tiempos mejores”, le decía. Creo que se le imponía irrenunciable su imperativo profético. Pues bien, parece que la gota que ha colmado el vaso ha sido un post muy bien escrito titulado “Paella mixta y encíclica variada… de la casa” . Un texto que hay que leer con sentido del humor, facultad de la que solemos andar muy ayunos en la Santa Madre Iglesia y menos cuando se trata del Papa. Quizás es un poco frivolón tratándose de una encíclica tan importante. Pero bueno no es un artículo en El País, es un post de un blog, aunque sea tan visitado como los de Religión Digital, donde por cierto hay otros bloggeros que se dedican a insultar a diestro y siniestro con muy mal estilo y nadie se atreve a silenciarlos.
En fin, en pocas palabras, que siento, querido Juan, este nuevo acto inquisitorial. No tanto por ti, que también, sino porque creo que en la Iglesia tiene que haber gente como tú, libre, polémica, discutida entre tanto cura “de misa y olla”, tanto papanatismo aburrido, tanta jerarquía que azota pero no da buenas noticias. ¿Que te has pasado un pelín? Si no nos pasáramos de vez en cuando, nadie despertaría del sueño. También se pasan los del otro extremo y ahí andan, invitados a su mesa por nuncios y arzobispos. Alguien me recordó hace años que no son buenos tiempos para la lírica. La experiencia me dice que al final todo sale a la luz y la coherencia va a misa.
(Pedro Miguel Lamet es teólogo, sacerdote jesuita)