Una mujer aquejada de una enfermedad incurable y que sufría dolores insoportables pidió ayuda para morir. Petición rechazada. En la opinión, la conmoción fue considerable. Una vez más, se lanzó el debate sobre la eutanasia. ¿Existe un derecho de los enfermos a morir dignamente? ¿Se puede permitir que la vida sea humana hasta su término? Una periodista me pidió una entrevista sobre la negativa a ayudar a esa mujer que de describía como “comida” por el sufrimiento. Como muchos soy sensible al drama de esta mujer y de su familia.
Sabemos que la muerte forma parte de la vida ya que es su término. Si la vida debe ser defendida y protegida, es cierto que la muerte forma parte de ella. Sabemos que nadie puede vivir y morir en nuestro lugar. ¿Cómo no desear tener los medios para amar la vida hasta el final y morir dignamente? Sin embargo, en los hechos, el final de la vida se atiende poco de forma colectiva. Queda mucho por hacer para luchar contra el sufrimiento y el encarnizamiento terapéutico y para no morir en soledad… es una cuestión de humanidad, de compasión y de solidaridad.
Hay que respetar la ley que prohíbe matar. Es un principio fundador. Pero la ley no lo puede todo. Hay que respetar a los enfermos que pueden encontrarse en situaciones excepcionales. Situaciones excepcionales que no entren dentro del marco legal. Por humanidad y por compasión, ¿estas situaciones no invitan a transgredir la ley? La ley debería contemplar estas excepciones.