Dar nuestro tiempo
Regalar tiempo, dar nuestro tiempo, es uno de los mayores dones que hoy podemos hacernos unos a otros. “Como estás tan ocupado”; “como tienes tantas cosas que hacer”; “como nunca estás en casa”; “ es que tengo miedo te robarte tiempo”… son frases que escuchamos con frecuencia… Te las dicen. Las dices.
Vamos a los grupos con tiempo justo. En vez de hablar de nosotros, hablamos de lo que hacemos, de lo que nos ocupa… No nos salen palabras personales, sino palabras ocupacionales. Y se nota. Estas educan poco. Son las palabras personales las que de verdad educan y maduran. Y son las que “no tenemos tiempo de pronunciar”. Nuestra falta de tiempo está impidiendo que los otros puedan crecer y madurar; que nosotros podamos crecer y madurar. No tenemos tiempo. No podemos regalar tiempo…
Estamos a unto de invertir la escala de valores: llenar el tiempo de cosas, en vez de llenar las cosas de tiempo. La naturaleza se toma su tiempo para que venga el verano y el invierno, la primavera y el otoño. Nosotros funcionamos a modo de laboratorios: acelerar todo, adelantar todo… porque el primero que sale al mercado, ése gana más. Borrar el tiempo, adelantar el máximo posible, llegar cuanto antes, llegar en el menor tiempo posible… ¡Y siempre llegamos tarde porque todos vamos con prisas y nos estorbamos! ¡Producimos inmensos tapones de circulación! Queriendo ser eficaces, sólo conseguimos ponernos nerviosos, porque no logramos lo que nos habíamos propuesto. Los otros nos taponan, nos rompen el ritmo con su prisa. Ni llegamos a tiempo nosotros, ni llegan ellos. Y seguimos. ¿Hasta cuándo?
R. PRIETO