Solo recuerdo esa vez en que viajaba en un ómnibus cuando vi pegado en el vidrio
un póster de Jesús,con una mirada tan hermosa que me quedé con la idea si algún
ser humano la tendría en ésta época.
Era una mirada tan bella, tan dulce que me pregunté si yo algún día podría mirar así,
o si solo era la imaginacióndel pintor y la mía que esa mirada la tendría solo ese gran hombre
que fue Jesús y quizá todos
sus apóstoles y todos los santos me dediqué a buscarlos en todos los rostros que
se me cruzaban por mi camino.
Vi hombres y mujeres de ojos azules verdes, violetas y ojos negros bellísimos,
pero nadie tenía esa mirada
que buscaba con tanto empeño. No era una mirada cualquiera, era una mirada tan especial,
expresiva, e ingenua a la vez, alegre y tan triste, compasiva, viva, esplendorosa,
inteligente y segura.
Creí que nunca la encontraría, recé tanto por encontrarla y Dios me dió la oportunidad de hallarla
en los ojos de todos las personas a quien tanto amo y me aman.
Es más, todos podemos tener esa mirada o hallar esa mirada cuando lo hacemos de corazón
cuando miramos desde lo más profundo de nuestro ser,
¡cuando miramos con el alma!
Veremos con amor todo lo que nos rodea y sentiremos que somos ángeles
sublimes disfrazados de seres humanos.
Te desafío a que te mires en el espejo y encuentres esa mirada.
DE LA RED.
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