Mujeres muy inteligentes
"Las mujeres son menos capaces para las matemáticas y para las ciencias que los hombres", así se pronunció el rector de la Universidad de Harvard, Lawrence H. Summers, hace unos meses en el curso de una conferencia. Naturalmente, su comentario levantó ampollas y algunas personas abandonaron la sala; más exactamente algunas mujeres, entre las que, por cierto, había profesoras de Harvard e investigadoras del Instituto de Tecnología de Massachussets.
Las protestas llovieron y Summers tuvo que matizar su comentario; sin embargo, es probable que, a pesar de sus disculpas, en su fuero interno el rector siguiera pensando lo mismo; o sea, que las mujeres tienen inteligencia de segunda. Este comentario es preocupante por varias razones. Primero, porque lo hace alguien que seguramente sabe que en una universidad los alumnos no solo adquieren conocimientos, sino que aprenden a consolidar el propio yo y se preparan para relacionarse con el mundo de un modo igualitario, generoso y combativo. Segundo, porque presupone algo no demostrado (que el cerebro de hombres y mujeres es distinto para ciertos aprendizajes) e ignora lo que sí está demostrado (que históricamente a la mujer se le ponen trabas para la ciencia, la tecnología o la investigación).
Este tipo de ideas son muy graves porque no caen en saco roto. Las generalidades que sitúan a ciertos grupos en posiciones inferiores consiguen que muchos de sus miembros se lo crean. Consiguen que se acepte a priori la discriminación y se petrifique la inferioridad, cuando lo que se debería hacer, y más un rector, es justo lo contrario, animar a esos grupos a romper el mito y a demostrar su capacidad. Se trate de matemáticas, de ciencias, o de letras, cabe preguntarse si la mujer es menos capaz que el hombre o simplemente interesa que lo sea. Y a lo mejor es que las mujeres listas no interesan. Parece ser que lo natural, y quizá lo deseable, es que la mujer sea menos capaz que el hombre para las matemáticas y para todo lo considerado importante. A la sociedad no le acaban de gustar las mujeres muy inteligentes, hacen competencia, asustan, molestan. Un poquito listas sí, con sus estudios, su carrerita, su trabajito, pero si empiezan a ganar más que el marido, o a tener ambiciones profesionales elevadas, ya son peligrosas.
El "Sunday Times" publicó un estudio que demostraba que un cociente intelectual alto en mujeres disminuía sus posibilidades de encontrar pareja, mientras que en los hombres lo aumentaba. Qué pena, pero es cierto. La carrera del hombre muy inteligente será ascendente, y, si no hay reveses, alcanzará el éxito laboral y también el afectivo. La trayectoria de la mujer muy inteligente no va a ser tan previsible, probablemente sea ascendente al principio y lineal, o incluso descendente, después. En la adolescencia y primera juventud, las chicas superlistas tendrán el camino despejado, encontrarán reconocimiento a su esfuerzo y no se toparán con barreras. Pero en un momento dado, el de casarse o emparejarse, hallarán dificultades. Y no por la futura conciliación de la vida laboral con la personal, eso es lo de menos, sino por algo más descorazonador, las dificultades van a estar en ser consideradas potencialmente buenas compañeras, personas a las que se les atribuya, como a cualquier otra, la capacidad de amar, de ofrecer ternura, cariño. Y eso no está tan claro. Las chicas muy listas gustan en una reunión, son brillantes, admirables, pero es preferible buscar a otras para casarse. Mejor encontrar a una mujer que dé calor y no haga sombra, alguien que se parezca a mamá.
Tipos listísimos no quieren a mujeres listísimas. Ellas, sí. Muchos hombres todavía creen que para talento basta el suyo y buscan en las mujeres la compañía, el apoyo, la belleza, la bondad, lo que no suponga competencia, el descanso del guerrero.
Es verdad que las cosas están cambiando para bien, es cierto que los roles masculinos y femeninos son actualmente más difusos, más cercanos entre sí; sin embargo, la inteligencia femenina sigue inquietando. Ahora que, a pesar de lo que decía el rector, las chicas listas están demostrando que no tienen problemas con las matemáticas, ni con nada, sí parece que tienen algunos problemas con el amor.
Pilar Varela Licenciada en Psicología
Cele -Celestino- | | | | | | |