Convertido en demasiado cercano, transparente y previsible, el otro, con el tiempo, pierde su aura erótica. ¿Y si aprendiésemos a verlo de otra manera y cuestionáramos las ideas que ya tenemos preconcebidas de çel o sobre nosotros?
Durante cinco años hemos aprendido a conocernos. Cuando la confianza se ha instalado y por fin hemos podido establecer una relación basada en la escucha y el respeto mutuo, el deseo desaparece." Carmen, 44 años, es una asidua de los libros de desarrollo personal y no ignora las fases del deseo de una pareja enamorada. La llamarada hormonal del principio siempre precede al ultimátum "O se estabiliza esto ahora o se rompe". Después, para aquellos que han apostado por la duración, empieza el rompecabezas: cómo aprovechar los beneficios del amor sin que sus preciosos ingredientes (confianza, complicidad, seguridad), base del amor duradero, acaben por ahogar la frágil llama del deseo erótico.
Como explica la psicóloga Judit Cantizano: "El enamoramiento es la fase de la relación en la que estamos descubriendo al otro, por lo tanto, el ingrediente de misterio y sorpresa es muy elevado. A medida que pasa el tiempo las rutinas relaciones se establecen, incrementado la seguridad en detrimento de lo desconocido, y si no hay sorpresa, el deseo cae y se mecaniza". Sin esa parte de misterio, el otro pierde en gran medida su aura erótica. Es entonces cuando, como ocurrió en el caso de Carmen, la relación de amantes puede acabar convirtiéndose en una relación fraternal o de amistad. Por eso, sosprender es la clave para mantener vivo el deseo, al igual que cuidar los espacios y momentos de intimidad, la novedad y, sobre todo, el misterio", nos dice la psicóloga. "Hay que aprovechar esa confianza y conocimientos mutuos para seducir a la pareja, No creamos que el dar un "sí, te quiero" o vivir bajo un mismo techo y despertar al lado de la misma persona cada día nos asegura el amor eterno. La seducción debemos usarla a diario, no sólo cuando deseemos conseguri algo, sino también como una forma de mantener la incógnita."
Complicidad y acuerdo - Con el tiempo la mayoría de las parejas repiten siempre las mismas rutinas. Y la culpa no reside tanto en nuestra falta de voluntad como en la ambivalencia de nuestro deseo: queremos el vértigo de lo desconocido, pero nuestro insconciente busca la seguridad y la ternura. Muchas veces, miramos atrás añorando la época en que el deseo era una parte fundamental de nuestra relación y nos preguntamos cómo ha podido desvanecerse ese impulso a pesar de seguir juntos y en armonía.
"Demos por sentado que con querer a nuestro/a compañero/a ya no es necesario hacer más y el otro tampoco debe esperar más. Y no es cierto", señala Cantizano. ¿Qué podemos hacer entonces para mantener vivo el deseo? "En primer paso es empezar plantearnos un cambio de concepto: el sexo y la afectividad son importantes en la pareja y ocupan un lugar más preferencial de lo que creemos", responde la psicóloga. Y añade: "Crear espacios únicos y especiales para encuentros con nuestro/a compañero/a y dedicar esfuerzo para sorprender y mimar al otro es un buen comienzo. Intentemos recordar qué hicimos para enamorar a nuestra pareja y pongámoslo en práctica de nuevo".
Espacios de intimidad - "Sexo y deseo sexual en nuestra sociedad no son considerados conceptos importantes, por lo que los hacemos secundarios en nuestra escala de preferencias. Gran error. Esta devaluación de la intimidad es la que provoca la desidia del cuidado del deseo sexual en las relaciones. Si cuidamos la confianza, el respeto, la fidelidad y el compromiso, ¿por qué no el placer o la sorpresa?", se cuestiona la psicóloga. Y es que, atrapados en las exigencias del día a día, muchas veces relegamos la sexualidad al último plano, como la última tarea a realizar después de una agotadora jornada. Crear espacios de intimidad, momentos de realción compartida en los que dejemos de lado la rutina para redescubrirnos, nos ayudará a mantener viva la llama del deseo.
Expresar nuestro deseo - Paradójicamente, a pesar de la confianza y el cariño, muchas veces nos cohibimos a la hora de expresar nuestro deseo a nuestra pareja. Así, esperamos inútilmente que el otro lea nuestro pensamiento y colme nuestros anhelos en vez de atrevernos a decirle con palabras qué es lo que nos gusta. Como subraya Judit Cantizano: "La comunicación es básica, y no sólo para el deseo sexual, sino para mantener sana una relación. Damos por supuesto que por estar con alguien durante un largo tiempo el otro ya nos debe conocer y adivinar, ¡y eso nos llevará a la frustación de cabeza! Debemos de pedir y expresar qué queremos y qué deseamos. Hablar con nuestra pareja de las posturas que más nos gustan, del tipo de caricias que más nos excitan, de las fantasías sexuales que tenemos y también de lo que necesitamos mejorar en nuestros encuentros íntimos es necesario para aclarar puntos que de otro modo entorpecen la relación y dificultan el bienestar y el placer". Por supuesto, a la hora de comunicar a nuestra pareja nuestros deseos debemos procurar hacerlo de forma que no lo vea como un reproche, sino como un estímulo.
Y como el deseo también está hecho del descubrimiento del otro y de la atracción por lo desconocido, es evidente que en las relaciones demasiados funcionales, en las que la pareja pasa todo el tiempo juntos sin darse tiempo para cultivar sus aficiones individuales o mantener su parcela de independencia, el deseo también se resiente. como explica Eva Aguilaer: "Para que una pareja tenga una relación más sana, es necesario se cuiden las tres partes que componen una relación: "Yo" (mis proyectos, mi trabajo, mi ocio, mis amigos, mi familia, mis ganas de crecer, cuidarme, mi ssexualidad...), "Tú" (tus proyectos, tu trabajo, tu ocio, tus amigos, tu familia, tus ganas de crecer, cuidarte, tu sexualidad...) y "Nosotros" (proyectos compartidos, ocio juntos, comunicación... ). cuando una de las tres partes tiene demasiado protagonismo, acaba afectando a la relación y a la sexualidad". Así, cuidar de nosotros mismos no es un acto de egoismo, sino que enriquece a la pareja. como dice la psicoterapeuta Eva Aguilar: "Cuanto más te cuidas, más te enriquece y más ganas tienes de relacionarte con tu pareja. Hay una frase que resume esto: "Sólo puedes dar de aquello que te sobra".
JOANA ARBIOL