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De: cele19331 (Mensaje original) |
Enviado: 21/09/2010 16:50 |
mejora personal
“No consigo
confiar en nadie”
El recelo, en pequeñas dosis y en el momento oportuno, nos ahorra disgustos. Pero cuando la desconfianza es enfermiza complica las relaciones de amistad, de pareja o profesionales. ¿De dónde proviene esa dificultad de creer en los demás y cómo combatirla?
Desconfiar puede condenarnos a la soledad y al aislamiento. Sin embargo, , es algo natural en las relaciones humanas. “Es una emoción saludable y adaptativa que ha servido a lo largo de la evolución para estar alerta y defendernos de depredadores que nos pudieran atacar”, explica el psicólogo Pablo Fernández-Berrocal. De hecho, es un legado de la infancia. Por eso los niños tienen miedo a los extraños como un mecanismo habitual para permanecer a salvo cerca de sus padres. Incluso los progenitores refuerzan ese temor al exterior con advertencia como “nunca hables con desconocidos”, que deben moderarse para no sobreprotegerlos ni crearles una visión aterradora del mundo.
La propia inseguridad
Cuando no son los padres, es la vida la que se encarga de transmitirnos altas dosis de inseguridad: un colega que nos traiciona, un amigo que abusa de nuestra generosidad, una pareja que nos engaña… Pero, ¿por qué hay personas que desconfían más que otra? “Una visión desconfiada de la vida tiene su origen en una fuerte inseguridad interna, ya sea imaginaria o real –causada por un acontecimiento traumático-, que genera ansiedad y malestar”, dice el psicólogo. Suelen ser personas tímidas, con baja autoestima y dudas constantes sobre sí mismas, aunque a veces aparenten arrogancia y agresividad, Emocionalmente, no saben escuchar ni comunicarse, ni tienen sentido del humor. “En sus relaciones íntimas, son celosos y posesivos por miedo a ser traicionados, igual que en el ámbito laboral, donde son incapaces de trabajar en equipo”, apunta el psicólogo.
Un control excesivo
Este tipo de personas necesitan expulsar lo negativo de su responsabilidad personal y atribuírselo a los demás, lo cual convierte sus relaciones en un continuo tormento de inseguridad, temores, humillación e inevitables conflictos. “Necesitan controlar a los que les rodean para sentirse seguras”, dice Fernández-Berrocal. Esta vigilancia constante acaba cansando a los seres queridos de su entorno y, en muchos casos, rompiendo sus relaciones personales. “Los desconfiados convierten sus sospechas en profecías autocumplidas”, dice el psicólogo. Así, por ejemplo, no sólo quieren comprobar si su pareja les es fiel, sino demostrar a toda costa que no lo es, aunque para ello tengan que construir una realidad imaginaria en la que encajen de forma artificial datos anecdóticos. Tratar con ellos es difícil y requiere paciencia y constancia. No obstante, ellos deben esforzarse por mantener la calma y tener confianza en su intuición para poner a prueba y, cuando sea el caso, comprobar la buena intención y bondad de quienes les rodean.
ANALAURA GANNAC/LAIA AMORÓS
¿Qué hacer?
Identificar el origen del problema.
Si logras detectar alguna experiencia negativa del pasado e intentas analizar por qué y bajo qué circunstancias se produjo, sabrás que la amenaza de alguien que te traicionó en el pasado no tiene por qué volver a repetirse. Valora también qué clase de persona era aquella que te defraudó.
Optar por el realismo.
No te cierres en ti mismo. Intenta mostrar una actitud de apertura hacia los demás y céntrate en lo bueno. Recordar experiencias positivas y olvidar los prejuicios que tienes sobre los demás, te ayudará a relativizar los problemas y a darles una oportunidad a los que te rodean.
Amplía tus relaciones sociales.
Las personas desconfiadas pueden terminar aisladas, solas y con graves problemas emocionales. Rodearse de personas sinceras, empáticas y comunicativas las hará sentirse satisfechas y, a la vez, reforzadas por unas relaciones sociales auténticas y desinteresadas que demuestran que pueden confiar en los demás.
Potencia las actividades positivas.
Evita las situaciones que te generan tensión y busca contextos y actividades en los que te sientas cómodo y relajado y te permitan disminuir tus niveles de ansiedad y emociones negativas, que son, precisamente, las que te hacen vulnerable a la desconfianza.
Cele -Celestino-
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“No consigo
confiar en nadie”
El recelo, en pequeñas dosis y en el momento oportuno, nos ahorra disgustos. Pero cuando la desconfianza es enfermiza complica las relaciones de amistad, de pareja o profesionales. ¿De dónde proviene esa dificultad de creer en los demás y cómo combatirla?
Desconfiar puede condenarnos a la soledad y al aislamiento. Sin embargo, , es algo natural en las relaciones humanas. “Es una emoción saludable y adaptativa que ha servido a lo largo de la evolución para estar alerta y defendernos de depredadores que nos pudieran atacar”, explica el psicólogo Pablo Fernández-Berrocal. De hecho, es un legado de la infancia. Por eso los niños tienen miedo a los extraños como un mecanismo habitual para permanecer a salvo cerca de sus padres. Incluso los progenitores refuerzan ese temor al exterior con advertencia como “nunca hables con desconocidos”, que deben moderarse para no sobreprotegerlos ni crearles una visión aterradora del mundo.
La propia inseguridad
Cuando no son los padres, es la vida la que se encarga de transmitirnos altas dosis de inseguridad: un colega que nos traiciona, un amigo que abusa de nuestra generosidad, una pareja que nos engaña… Pero, ¿por qué hay personas que desconfían más que otra? “Una visión desconfiada de la vida tiene su origen en una fuerte inseguridad interna, ya sea imaginaria o real –causada por un acontecimiento traumático-, que genera ansiedad y malestar”, dice el psicólogo. Suelen ser personas tímidas, con baja autoestima y dudas constantes sobre sí mismas, aunque a veces aparenten arrogancia y agresividad, Emocionalmente, no saben escuchar ni comunicarse, ni tienen sentido del humor. “En sus relaciones íntimas, son celosos y posesivos por miedo a ser traicionados, igual que en el ámbito laboral, donde son incapaces de trabajar en equipo”, apunta el psicólogo.
Un control excesivo
Este tipo de personas necesitan expulsar lo negativo de su responsabilidad personal y atribuírselo a los demás, lo cual convierte sus relaciones en un continuo tormento de inseguridad, temores, humillación e inevitables conflictos. “Necesitan controlar a los que les rodean para sentirse seguras”, dice Fernández-Berrocal. Esta vigilancia constante acaba cansando a los seres queridos de su entorno y, en muchos casos, rompiendo sus relaciones personales. “Los desconfiados convierten sus sospechas en profecías autocumplidas”, dice el psicólogo. Así, por ejemplo, no sólo quieren comprobar si su pareja les es fiel, sino demostrar a toda costa que no lo es, aunque para ello tengan que construir una realidad imaginaria en la que encajen de forma artificial datos anecdóticos. Tratar con ellos es difícil y requiere paciencia y constancia. No obstante, ellos deben esforzarse por mantener la calma y tener confianza en su intuición para poner a prueba y, cuando sea el caso, comprobar la buena intención y bondad de quienes les rodean.
ANALAURA GANNAC/LAIA AMORÓS
¿Qué hacer?
Identificar el origen del problema.
Si logras detectar alguna experiencia negativa del pasado e intentas analizar por qué y bajo qué circunstancias se produjo, sabrás que la amenaza de alguien que te traicionó en el pasado no tiene por qué volver a repetirse. Valora también qué clase de persona era aquella que te defraudó.
Optar por el realismo.
No te cierres en ti mismo. Intenta mostrar una actitud de apertura hacia los demás y céntrate en lo bueno. Recordar experiencias positivas y olvidar los prejuicios que tienes sobre los demás, te ayudará a relativizar los problemas y a darles una oportunidad a los que te rodean.
Amplía tus relaciones sociales.
Las personas desconfiadas pueden terminar aisladas, solas y con graves problemas emocionales. Rodearse de personas sinceras, empáticas y comunicativas las hará sentirse satisfechas y, a la vez, reforzadas por unas relaciones sociales auténticas y desinteresadas que demuestran que pueden confiar en los demás.
Potencia las actividades positivas.
Evita las situaciones que te generan tensión y busca contextos y actividades en los que te sientas cómodo y relajado y te permitan disminuir tus niveles de ansiedad y emociones negativas, que son, precisamente, las que te hacen vulnerable a la desconfianza.
Cele -Celestino-
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