La Niña de los Peines (Pastora Pavón) fue una cantaora polivalente, ya que abarcó la gran mayoría de los palos flamencos, desenvolviéndose en todos a la perfección. Su afinación y conocimiento nunca estuvieron reñidos con el sentimiento y el quejío, dejándose el alma en cada escenario que pisaba.
Sobresalió en la seguiriya, que el público siempre le pedía; en los tangos fue insuperable, tanto en calidad como en cantidad, confiriéndoles una jondura extraordinaria. La Petenera fue otra de las cumbres de esta grandiosa mujer, llevando este estilo a su máxima popularidad. Por soleá, recuperó los cantes de la jerezana Mercé de la Serneta (1840-1912), con quien llegó a tratar en su juventud. Puso las bases de la época de esplendor de la Semana Santa, interpretando como nadie la saeta desde los balcones sevillanos. En las bulerías, fue también figura insuperable y creó estilos.
“Esta mujer extraordinaria es como un mar sin fondo y sin orillas; ella sola es toda la historia flamenca”.
Para mí, la mejor cantaora no sólo del siglo XX, sino de todos los siglos de los siglos amén.