Suegra y nueras,
¿rivales o amigas?
Dice la sabiduría popular que una madre y un hijo caben en un serijo (Serijo:sera pequeña), pero una suegra y una nuera no caben en una era. La familia política no es un tema menor. Algunas parejas llegan a la ruptura por la tortuosa relación entre suegros, nueras y yernos.
El estereotipo que se ha ido creando alrededor de la figura de la suegra presenta una imagen bastante negativa. Es poco frecuente escuchar adjetivos que la describan como apaciguadora, respetuosa, cariñosa, discreta o comprensiva. Lo habitual es calificarla de quisquillosa, manipuladora, entrometida, agobiante, cotilla, absorbente, posesiva y dominante.
Una relación complicada
Los celos están a menudo en la base de las discusiones. La suegra puede percibir a la nuera como la persona que intenta romper el vínculo madre-hijo y arrebatarle el amor de su “pequeño”. Y más si se trata del único hijo y hay ausencia del marido. Ninguna mujer parece lo suficientemente buena para su hijo. Ni una ni otra deberían entrar en esa rivalidad por ganarse el cariño del hijo-esposo. El amor de pareja no tiene por qué ser incompatible con el amor materno-filial. Simplemente es un afecto diferente y complementario.
El hijo-esposo camina por la cuerda floja entre las relaciones conflictivas de su madre y su pareja, intentando mediar y amortiguar los envites. Si su actitud es pasiva, indecisa o ambigua, lo que suele conseguir es avivarlos. A veces el hijo no ha logrado desengancharse emocionalmente de la madre. Le resulta difícil romper con pausas de dependencia que se han mantenido durante años. Hacer vida independiente implica madurez y autonomía, y no todo el mundo está preparado para ello.
Con frecuencia los conflictos se desatan por una cuestión de límites que, o bien se desconocen o aun conociéndolos, se sobrepasan. Igual que los padres marcan límites a sus hijos pequeños como parte de la educación, los hijos, cuando son adultos deben establecer algunas normas a los padres cuando afrontan la tarea de dirigir su propio hogar. Puede resultar inoportuno que se presenten en casa sin previo aviso, que se apunten a la fiesta sin haber sido invitados o que intenten organizar el día a día de la casa como si fuese suya.
Todos de vacaciones
Los conflictos se intensifican normalmente en vacaciones y en las celebraciones especiales. Del roce nace el cariño, pero en muchos casos lo que brota es una alergia personal que tarda en remitir. La chispa puede saltar cuando se hacen comentarios relativos a la comida, al aspecto físico, a los gastos, a la decoración. En boca de la suegra, algunas observaciones pueden resultar demoledoras: “Ya casi no nos llamas… Esa comida preparada no os alimenta bien… Con lo cansado que llegas y te tienes que poner con la casa… ¿Otro vestido nuevo? Te habrá costado un dineral… Pues a le ex de mi hijo eso le encantaba…”. Algunas suegras, especialmente controladoras, emplean con maestría el chantaje emocional, utilizando la lástima, la culpabilidad o la desvalorización para lograr su propósito.
Relaciones humanas
Cuando se habla de suegros, yernos y nueras de lo que se habla es de personas, cada una con su carácter. La actitud de los suegros viene determinada en muchos casos por cómo se comporta l apareja con su hijo. También influyen las respectivas interpretaciones y atribuciones que se hacen sobre el compromiso del otro: “Eso lo ha dicho para hacerme daño”.
Pero hay muchos casos en los que la relación es muy positiva. Cuando el padre habla con su hija para hacerla entender el punto de vista del yerno, incluso estando en contra de su opinión. Muchos suegros ayudan económicamente al hijo y a su pareja en momentos difíciles y no vuelven a mencionar más el tema. Hay madres que recalcan a su hijo todas las cualidades de la nuera: “Mira cómo cuida a los niños, cómo saca adelante su trabajo y atiende tareas de la casa”.
Es una lástima que en otros casos se dediquen a echar leña al fuego, encizañando o mostrándose distantes con una actitud fría y despectiva. No está de más recordad que algún día tanto los padres como los suegros ya no estarán con nosotros. Además, deberíamos evitar sobredimensionar esas pequeñas discusiones y cuestiones menores que no son sino fruto de la propia condición humana.
Acercar posiciones
Enfocar adecuadamente las relaciones con la familia política, implica, entre otras cosas, afecto y respeto mutuo. Es primordial que cada uno sepa jugar bien su papel y estar en el lugar que le corresponde, intentando no extralimitarse y al mismo tiempo no instalándose en la indiferencia. En una situación ideal, el hijo tiene la posibilidad de ganar unos padres y los padres ganar un nuevo hijo. No son pocos los padres que encuentran en su nuera o en su yerno un trato y un cariño iguales a los de sus propios hijos, e incluso, hay ocasiones que el afecto es mayor. Hay nueras que, ante la falta de su propia madre o por la conflictiva relación que mantienen con ella, encuentran en su suegra el apoyo emocional de una verdadera amiga.
Es bueno disfrutar de un contacto positivo con los padres y suegros. Se trata de mantener una buena relación con el hijo, aceptar e incluir también a su pareja y tratar a ambos con respeto.
RICARDO BALLENATO