Cuidados y felicidad
Cuando a la edad de 15 años le conté a mi padre que quería estudiar Medicina, me envió a ver a su amigo de la infancia, el profesor Jean-Louis Funck-Brentano. Tras su imponente despacho en el hospital Necker de París, este hombre encarnaba la Medicina en sí misma. Elocuente, brillante, severo a veces, pero siempre cálido. Por la dulzura de sus ojos, podías adivinar que lo único importante para él era aliviar el dolor de los que sufren… Después de preguntarme sobre mis motivaciones, después de quejarse, con ironía, de la Medicina demasiado "institucionalizada", después de hablarme de algunas materias "absurdas", concluyó nuestra entrevista con una sonrisa: "Ya lo verás, es la profesión más bonita del mundo". He tardado 15 años en comprender que tenía razón. Tras un parón de cinco años en mi formación para hacer un doctorado en ciencias cognitivas, a los 30 tuve que volver a hacer unas prácticas como interno. El primer día, prescribí un analgésico a un hombre afectado de cáncer que sufría en silencio desde hacía semanas. Esa tarde, su sonrisa, la primera desde hacía tiempo, me emocionó más que cualquier éxito académico y las bondades intelectuales de mi doctorado. Las palabras de Funck-Brentano resonaron de nuevo en mi cabeza y las experimenté en primera persona: al cuidar a los demás, en el fondo, cuidas de ti mismo. Spinoza, hace ya más de 300 años, ya lo afirmó: cada vez que hacemos bien a otra persona, nos sentimos mejor porque nuestra fisiología se refuerza. Hoy en día, se ha comprobado además que los latidos de nuestro corazón van más acompasados, que segregamos endorfinas (hormonas de la conexión afectiva) y que nuestro sistema inmunitario se muestra más activo. Participar en actividades de ayuda a los demás como voluntario podría incluso llegar a ser una garantía de salud mayor que reducir la tasa de colesterol o dejar de fumar. Esto también sería extensible a los cuidados procurados a los animales o a las plantas. En este sentido, se realizó en Harvard un estudio que consistía en regalar unas plantas a un grupo de ancianos que residían en un geriátrico. A la mitad se les pidió que las cuidaran ellos mismos, mientras que de las plantas del resto se ocupaba el personal del centro. Con el tiempo, se comprobó que los primeros vivieron el doble de tiempo. Una amiga, que cocina estupendamente, describe a la perfección cómo saca provecho de su talento en su propio beneficio: "Algo increíble cuando disfrutas tanto cocinando para los demás es que te sientes bien antes, pensando lo que vamos a comer todo juntos; durante, mientras disfrutamos de lo que comemos; y después, recordando lo rico que estaba todo…". Como ella, no hace falta ser médico. Podemos hacer felices a los demás de muchas formas. Solo basta saber cómo y a quién.
David Servan-Schreiber Profesor de Psiquiatría
Hay solo dos maneras de vivir la vida. La primera es vivir como si los milagros no existieran. La segunda es vivirla como si todo fuera un milagro. Albert Einstein
Se feliz porque te lo mereces y porque siempre habrá alguien que se enamorará de tu sonrisa.
CELE -Celestino- |