Aplícase generalmente a una persona que se halla amenaza de un inminente peligro. Dice Sbarbi en su Florilegio: “Damocles era uno de los cortesanos aduladores de Dionisio de Siracusa, llamado el Tirano, celebrando de continuo sus riquezas, su magnificencia y toda su felicidad. Cierto día Dionisio le convidó a un espléndido banquete, después de encargar a sus criados que le atendieran y sirvieran todo como a su propia persona. Pero en lo mejor de la fiesta he aquí que alza los ojos Damocles y ve con sorpresa que sobre su cabeza colgaba del techo una espada desnuda sostenida tan sólo por un fino cabello. Horrorizado del peligro tan inminente en que se encontraba pidió permiso para retirarse, no sin conocer desde luego por medio de aquella alegoría que la existencia de un tirano no era tan feliz como él se había figurado”.
El poeta Horacio hace alusión a esta historia en su primera oda del libro tercero, verso XVII y siguientes, y en ellos expresa los peligros que amenazan al hombre malo que parece feliz. Horacio lo hizo mejor que Sbarbi, desde luego: “Bajo la espada desnuda que pendía encima de la cabeza del malvado, ni los platos delicados de Sicilia tienen un dulce sabor para él, ni el canto de los pájaros ni la armonía de las cítaras le incitan al sueño, el dulce sueño que no desdeña al humilde techo de los hombres sencillos, ni la orilla umbría de los arroyos…”. Cicerón también explica con mucha elocuencia esta aventura en las Tuscalanas.
Néstor Luján Cuento de cuentos