Jesús le dijo: “¡Sígueme!”.
Espérame, Señor, ¡ya voy!
Espérame, Señor, ¡me cambio en un instante!
Mis ojos,
los vestiré de bondad
para mirar a todos con amistad.
Mis manos,
las vestiré de paz
para dar el perdón generosamente.
Mis labios,
los vestiré de sonrisa
para ofrecer alegría a lo largo de la jornada.
Mi cuerpo y mi corazón
los vestiré de oración
para volverme hacia ti, mi amigo.
¡Ya está! ¡Estoy preparado!
¡Soy yo! ¿Me reconoces?
¡Me he puesto mi mejor vestido!