Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de un ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: - ¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche, de improviso, me respondió: - Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti.
Anthony de Mello
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