Sólo os pido que le miréis.
Clavado pero libre;
cubierta la cabeza de espinas
pero su alma sembrada de claveles y azucenas.
Sólo os pido que le miréis.
Aborrecido pero sin resentimiento;
escupido su rostro, insultada su cara
pero radiante como una procesión de lámparas.
Sólo os pido que le miréis.
Abatido, pero entregándose;
revestida su desnudez de sudor
y lágrimas de sangre
limpiadas en los encajes del amor del Padre.
Sólo os pido que le miréis
y comtempléis sus muñecas y pies abiertos
como fuente de amapolas
vertida sobre los trigales del
sufrimiento humano para hacer crecer
paraísos en todos los desiertos.
Sólo os pido que le miréis
y reconozcáis en él al Dios sencillo,
débil, hecho hombre, hermano.
Sólo os pido que le miréis
y que abráis los brazos como Él
como queriendo acoger todo lo creado
y poder entregarlo a Dios
hermoseado como el más bello de los regalos.
Por eso ofreció su vida como tú
para hacer de cada persona
el más bello de los cantos.