

Debió originarse durante el primer tercio del siglo XIX, para acompañar el baile por jaleos, aunque con posterioridad se convirtió en cante para escuchar, hasta llegar a ser considerado uno de los pilares básicos del flamenco. Las letras tocan muchos temas, desde lo intranscendente a lo trágico. Destacan las alusiones a la vida, el amor y la muerte. En rigor, no debe hablarse de la soleá, sino del cante por soleá, o por soleares, dada la cantidad de variantes y matices que posee. Pueden ser de Cádiz, de Jerez, de Sevilla, de Triana, de Alcalá, de Lebrija... Entre1875 (época del Loco Mateo, La Serneta y Enrique El Mellizo) y 1915 (época de Juaquiní y Joaquín de La Paula), se fue convirtiendo en cante grande y solemne. En la actualidad, la soleá es un estilo de los más practicados por los cantaores en festivales y recitales, dado que los buenos aficionados de hoy valoran tanto sus dificultades interpretativas como su diversidad de variantes. Cante con copla de tres o cuatro versos octosílabos.

Cele -Celestino-
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