La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó el 22 de
diciembre de 1993
la resolución A/RES/47/193 por la que el 22 de marzo de cada año
fue declarado
Día Mundial del Agua, a celebrarse a partir de 1993, en conformidad
con las recomendaciones de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre
Medio Ambiente y Desarrollo contenidas en el Capítulo 18
(Recursos de Agua Dulce)
de la Agenda 21. Se invitó entonces a los diferentes Estados
a consagrar este día,
en el marco del contexto nacional, a la celebración de actividades concretas
como el fomento de la conciencia publica a través de la producción y
difusión de documentales y la organización de conferencias, mesas redondas,
seminarios y exposiciones relacionadas con la conservación y desarrollo
de los recursos hídricos así como con la puesta en práctica de las
recomendaciones de la Agenda 21.
Desde 1950, el consumo de agua en todo el mundo se ha triplicado con creces,
lo que sumado a su escasez y contaminación, nos pone frente a uno de los
mayores problemas con que la humanidad deberá lidiar en los
próximos años.
Si hoy se termina el petróleo, el mundo y los que lo habitan, podrían continuar
su existencia, pero si el agua dulce se agota, no sólo se pararían máquinas
y motores, sino que se extinguiría toda la vida sobre el Planeta.
Muchos podrían preguntarse razonablemente ¿de qué nos preocupamos?
si aproximadamente las ¾ partes de la Tierra está cubierta del líquido
elemento.
Si bien esto es verdad, la porción aprovechable es ínfima, ya que solamente
el 2,10 % del total es agua dulce, y de ese porcentaje debemos descontar
aquella contenida en los casquetes polares, nieves eternas y glaciares
que ocupa 1,52% del total, quedando en consecuencia un remanente
aprovechable en ríos y lagos de 0,58% de la superficie de la Tierra.
Debemos entender que el agua dulce no es un recurso más, sino que
tiene una
relación directa con la vida y la salud de la población.
Por ello podemos afirmar que el mayor o menor acceso al consumo de agua,
incide directamente en una mejor o peor calidad de vida, más si tenemos
en cuenta el permanente crecimiento poblacional.
En su oportunidad el presidente francés Jaques Chirac dijo: "el agua
potable se está volviendo cada vez más escasa, y cada vez más amenazada
por la contaminación de distinto tipo. Cada año 25 millones de personas,
de los
cuales 4 millones son niños mueren de enfermedades ligadas a la
contaminación del agua".
Un estudio realizado por el Banco Mundial expresa que el 40 % de la
población
mundial sufre la falta de agua, cerca de 1.700 millones de
personas no tienen
instalaciones sanitarias adecuadas y 1.000 millones no disponen
de agua potable.
Se detectó que cerca de 80 países ya están en crisis a causa de la falta de
agua y a continuación se afirma: Los países están usando el agua de
una manera muy ineficiente, priorizando el consumo industrial de amplia
escala y el riego de los cultivos agrícolas.
Las Universidades de Cambridge y Stanford manifiestan que de mantenerse
el ritmo actual de consumo de agua potable, para el año 2025 la humanidad
habrá agotado el 70 por ciento del agua dulce disponible.
Este panorama crítico ha llevado a no pocos analistas y expertos en
geopolítica, a afirmar que los próximos conflictos bélicos tendrán
su origen en la escasez del agua, como en otros momentos de la historia
se dieron las guerras del petróleo, se producirán en un futuro
no muy lejano, las "guerras de la sed".
En consecuencia debemos variar nuestra visión en torno a este recurso e
internalizar el principio de que "Defender el agua es defender la vida".
Dr. Ricardo Mascheroni
Asociación ALIHUEN