Mujeres
Yo aprendí la embriaguez del beso impuro. La emoción de las citas breves y tempestuosas procuraba. Las mujeres sin fechas perdurables, sus pasos inexactos, sus vestidos, eran los visitantes de mis noches, la compañía de mis soledades. Por eso nuestro encuentro fue el retorno sencillo hacia el comienzo, al sendero de música y latidos donde nos aguardaba la propia claridad inadvertida, la simple unión que forman dos mitades. Por eso he comprendido -comprendemos- ahora la razón de la existencia. Por eso desde entonces -desde ahora- amándonos queremos a los que aman la vida cotidiana y sus quehaceres. Por eso, compañera, los corazones con que amanecemos salen a trabajar por la alegría del mundo, unidos, como dos obreros.
ADOLFO MENÉNDEZ ALBERDI
Novato |