"Feliz año nuevo", nos deseamos todos. En el fondo de todas estas felicitaciones y augurios hay un brindis a la esperanza. A pesar de los negros nubarrones que se divisan en el horizonte por dondequiera que mires, nos felicitamos el año, en espera de algo mejor.
Pero ¿qué podemos esperar razonablemente? ¿La superación de la crisis moral y de todas sus tristes consecuencias? ¿Podemos esperar, en serio, que disminuya el paro, que nuestros jóvenes puedan mirar el futuro con optimismo, que los toxicómanos se regeneren, que desaparezca el SIDA, que se acaben las guerras, los secuestros y todo tipo de terrorismos? ¿Podemos esperar fundamentalmente que todos encuentren el sentido de sus vidas y realicen aquello que desean?
No hace falta seguir con interrogantes. Bien sabemos que, en general, no tendrán respuesta positiva. Pero nuestra esperanza, sin perder de mira esos amplios horizontes, debe orientarse hacia ideales más asequibles y hacia compromisos más concretos. El mundo no va a cambiar este año, pero tú si puedes cambiar este año, y entonces algo habrá cambiado en el mundo. Tú no puedes solucionar los graves problemas de la humanidad, pero sí puedes dar alguna luz o algún estímulo a un hombre, y algo se habrá conseguido. Tú no puedes apagar todos los fuegos, pero sí podrás impedir que algo muy valioso sucumba entre las llamas.
Cuando deseas felicidad a tus amigos, convendría que explicaras cuál es en verdad tu deseo. ¿En qué pones tú realmente la felicidad? ¿Y cuál es la felicidad que el otro espera? Porque si la felicidad tan pedida y deseada, tan ofrecida y buscada, se reduce a la que se exhibe en la televisión y en algún otro tipo de revista, mejor será que nos callemos. Si la felicidad se concreta en lo que ofrecen los escaparates, los anuncios, los grandes almacenes.., en una palabra, lo que ofrece la inmensa maquinaria seductora del consumismo, bastaría que brindemos con champán, y cortemos el rollo.
No. Un no muy fuerte a todo ese género de felicidad. La felicidad no puede estar en las cosas, en el tener, en las apariencias, en la superficialidad. La felicidad está en el ser, en la vida interior, en tu realización auténtica, en el desarrollo de tus capacidades, en la posibilidad de crear, en la relación amistosa, en la grandeza de los objetivos, en la claridad de motivaciones, en la limpieza e intensidad del amor. Se es verdaderamente feliz sin tantas cosas y sin tantos éxitos. Tantas necesidades creadas. Se puede ser feliz con muy pocas cosas. Yo no envidio la felicidad de toda esa gente famosa. Yo envidio la felicidad de mucha otra gente, como Ghandi, que a su muerte dejó las siguientes pertenencias: un par de sandalias, un par de gafas, algunas ropas de vestir muy sencillas, un libro y un torno de hilar. Envidio la felicidad de los que son felices haciendo felices a los demás.
Un gran deseo de verdadera felicidad para todos. Año nuevo, felicidad nueva. No hay que esperar coyunturas más o menos favorables. Las coyunturas están dentro de ti. Las circunstancias las marcas tú.
Tú tienes la llave de la solución de tus problemas. No esperes ni exijas que los demás cambien; cambia tú. El tiempo bueno o malo no está fuera; está dentro de ti. Todo está dentro de ti. Sé positivo.
Recopilado de Rafael Prieto
Os deseo que seáis felices.